Silencia el ruido de esa ampolleta, que ya no me deja respirar. Me ahoga lentamente, mientras corren los segundos más rápido que tu voz. Mis oídos ya no esperan tu presencia silenciosa, y mis ojos se revientan tanto imaginarte. El desgaste me mantiene alerta... Mi almohada ya no quiere escuchar tu historia. Las paredes te detestan y a las cortinas les doy pena. La puerta me ha negado la huida y las sábanas me atan los tobillos. La alfombra ha devorado mis lágrimas y me ha dejado seca, como el tronco de un sauce sin ilusiones ni promesas. Encerrada para no correr. Encerrada para no caer. Encerrada con llave, pero por fuera.
Texto agregado el 21-02-2005, y leído por 128 visitantes. (1 voto)