Sol a la deriva en el oeste del adios,
El silencio de la noche gris comienza a atormentarme,
Mis ojos ya no logran contener las lágrimas por vos,
Sabiendo que en la ardua noche tu sueño logrará despertarme.

Me siento terciopelo de anís sin que se yo ni quedirán,
Pierdo el rumbo de mis palabras vagas al recordar tu imagen,
Se desmorona corazón frágil por no saber nada sobre ti en mi refrán,
Aflijo mi sed, aquieto el dolor, sueño cosquillas de ti... mis poemas se deshacen.

A veces te miro... queriendo ser náufrago en tu boca,
Para saber que moriré... que moriré por entre tus dulces besos miel carmesí,
Hundiéndome en tus labios sin timón, brújula o bahía de roca,
Y sin pedir rescate lentamente me moriría tal vez en el intento de besarte,
Mas si observas, oyes u hueles mi amor allí en océano soñado,
Rescátame para yo poder besarte algún otro día... aunque luego termine de ahogarme.

Que seas heroína de mis lágrimas para saciar con solo tu mirada mi angustia,
Así luego desandaría mi sendero con ojos cerrados... pensando en ti,
Labios tabú embebidos en pétalos de azafrán sin mí,
Que solo saben al sabor desconocido de tus besos y de tu piel adusta.

Pídeme que deje de soñar y hasta el sueño perdería por tenerte,
No conseguiría jamás dejar de pensarte ni con la muerte de testigo,
Quisiera olvidarte pero me he olvidado hasta de mi mismo olvido,
Pero sé... solo sé que mi amor latirá por ti aunque mi corazón se vuelva inerte.

Pero más allá de tus besos, de mi angustia y de mis sueños,
Deseo una cosa más que especial e inalcanzable para mis pupilas,
Imploro que alguna mañana al despertarme extienda mi brazo izquierdo,
Y seas tú quien esté a mi lado, después de haber soñado juntos... susurrándome el buen día.

Ya vez que no pido tu vida ni el universo,
Tan solo verme sin reloj, lágrimas, viento ni miedo,
La tarde que tu quieras, del año que escojas, en el siglo de tu agrado en tus besos inmerso,
Para reprocharte la nada, y que vertebres mi sangre con tu aroma a cielo

Mis secretos he de contarte en noches de compañía,
La luna será testigo de las palabras que rocen la brisa de nuestras voces,
Ni pena ni olvido por murmurarle a una nube tibia que goce de su ironía,
Y allí... en el paraíso de algún prado, el sol atardeciendo como ahora... solo nuestros roces.

Delirios irradiados del aquelarre inspirado del corazón de un poeta enamorado,
Últimos versos en fogata dolomita que chispea las cenizas de un amor,
Un amor que quema y que aún no se ha encendido y se ha demorado,
Quizá por tu destino inconexo, tal vez por mi amilanado corazón que ha de sufrir,
Y nuevamente el mar, tu boca en la que quiero ahogarme, tú... mi hermosa sirena...
Náufrago de ti al borde de la muerte, solo que tú aún no me has salvado y no extrañas ni mi frío
Pero esperaré entre lágrimas a que algún día recuerdes a ese poeta que te amaba de loca manera,
Quizá para aquel día ya sea mito de mí mismo, leyenda de tí, recuerdo lejano y triste de tu olvido.

Será que a mi ínfima ambición no le basta la soledad,
En océano soñado no naufragan respuestas ni existe el escape,
Esclavo de tu sombra me considero al verme sin ti en mi realidad,
El viento cambia, mi piel me ignora y yo mientras algo desconocido con ansias aguardo... tal vez un sí,
Será que esperaré... esperaré y esperaré a que algún remoto día tus labios me rescaten,
Sálvame con un beso tuyo, ahoga mi corazón entre las aguas turbias... que yo seguiré esperando por ti.