| Sí, enamorada de tu imagentu sonrisa, ¡enamorada¡,
 lo predico siempre...
 
 ¿Cómo imaginé amarte tanto?
 ¡No lo comprendo!, si mis labios
 tristemente humedecidos,
 claman tu nombre, hasta saciarse
 de un dulce veneno mortal.
 
 Llegué a pensar que mi vida
 sin tu recuerdo no existiría;
 hoy descubro que: ¡te quiero,
 sí, te quiero, te quiero!, ¡¡pero,
 no te amo!!.
 
 Llorando incansablemente
 gotas fugaces de rocío
 reconozco mi tragedia.
 
 ¿Qué culpa tengo?,
 si, mi corazón no te olvida,
 dime, ¿qué culpa tengo?,
 si mi pensamiento sueña contigo;
 dime por favor, ¿qué culpa tengo
 de añorarte tanto?.
 
 ¡¡Dímelo, estoy llorando!!
 
 |