estaba yo pudriendome en mi propia salsa, secresecitud que sale de los pulmones, de enperdernido fumador, amante de las fogatas a la luz de la luna, de los boliches bailables, de los casinos clandestinos, de los bingos sin aire,
donde el humo es la atmofera reinante.
concretamente, me salian de las orejas una falsa pus que me carcomia. a dios gracias que limpio mi lengua, y no permito que permanescan adentro del cuerpo esos desechos del humo.
mi osamenta, ya roida por las farras, el laburo,
no podia seguir mas, con esa vida empastada por la caca. me aferraba a las horas que quedaban.
era un fin anunciado mi muerte por el cancer.
inclusive llege al delirio de creer, que una leche que encontre depositada en una cornisa, era de dios,
y la bebi. ahora se que era de una laucha; entonces agarre lavandina, y me empine un vaso, como ruso en el dia de su cumpleaños.
suerte que, atine a hacer una gargara, e inmediatamente la escupi, sintiendome yo en la cima, en la cuspide de la estupides, de la agonia, del delirio, del adios mas triste, mas, del dolor que lentamente fue apoderandose de mi cuerpo, como un ejercito de invasion, con apetito de conquistarlo todo.
pero alli precisamente, comence a revertir un camino doloroso, que me acompaño practicamente, desde que tengo uso de razon. lo cambie por otro digamos, pero fue un paso, un alejarme de la muerte. con el simple hecho de quitar esa gracitud que escupen mis pulmones, como escremento lujoso, pero no por ello menos nocibo de ingerir, con esa accion higienica de todos los dias, empecinada; con esa vendita tijera sin filo, que acompaña mi vida donde quiera que vaya, y que me salva, es que puedo dominar hasta la fecha,
esta enfermedad, la tan mentada herida en la garganta. esto es lo que me toco vivir, y lo que aun apadesco, en un presente, que como rueda de indio, me arrastra como chico para el colegio. entonces, ahora quisiera, acabar con la otra cara de la enfermedad, que tal vez, a de ser peor que la primera. de todas maneras nunca voy a dejar de reconocer, que gracias a esa locura, por la que me lastime tanto, descubri que limpiandose la lengua, uno puede fumar lo que le plasca, y vivir sin problemas. |