Tal vez ya no se hagan estas cosas pero cuando era pequeño los niños teníamos unas costumbres para divertirnos algo bárbaras, nos encantaba eso de buscar pequeños animalitos, sobre todo insectos y pequeños invertebrados para sacrificarlos cual ceremonia ancestral. Caracoles, lagartijas, escarabajos, libélulas eran el objetivo, en realidad no había ningún motivo para hacerlo, simplemente uno cualquiera decía: “ Vamos a buscar bichos”, entonces comenzaba la cacería y las posteriores ejecuciones, a veces incluso con torturas varias.
Ya desde muy pequeñitos, con apenas dos años, los niños ven una pequeña hormiguita rondando por el suelo en busca de su alimento, entonces el pequeño se acerca curioso, la observa, la toca, para finalmente darle un zapatazo o estrujarla con su pequeño pulgar hasta dejarla pegada al suelo.
Pensaba en estas cosas que les cuento, en su porqué y he llegado a una posible conclusión, el ser humano desde su más tierna infancia experimenta la sensación del poder, de poseer el poder. El que más y el que menos y en la medida de sus posibilidades lo ha experimentado, hay quien disfruta mucho con esa sensación y a quien le gusta menos.
Hace unos días viendo el informativo en la televisión pude ver a Condolezza Rice insinuando, advirtiendo, anunciando, llámenlo como quieran, a Irán y Siria que estaban jugando con fuego y me acordé de las hormiguitas y los pulgares. No sé si esos bichos saben lo que es el miedo, pero me imagino a un iraní o a un sirio escuchando tal noticia, el corazón debe acelerarse y los vellos se ponen de punta, en ese momento están viendo como un dedo pulgar cubre el sol que les ilumina y se les acerca poco a poco, ahora solo le está rozando, jugueteando, investigando, pero finalmente el pulgar caerá sobre ellos y los aplastará irremisiblemente.
Los humanos no cambiamos, nos encanta el poder, saber que una sola de nuestras miradas y advertencias provocan un mínimo de respeto y un máximo de pánico. No piensen que es una columna anti-Estados Unidos, en su barrio, en su ciudad, en su centro de trabajo, en la cola del cine, en su casa, en su país, hay dedos pulgares dispuestos a caer sobre las hormiguitas...
Piensen en ello, adiós hormiguitas.
Luis Barrasa Martínez(Barrasus) Sevilla 20 de febrero de 2005
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