“Un hombre, de aproximadamente 35 años, que no ha sido identificado hasta el momento, fue hallado descuartizado en un barrio del sur de Cali y las partes de su cuerpo encontradas en varias chuspas plásticas de color negro”
Diario Occidente
Noticia Judicial
06 Oct 2004
Se necesitan relativamente pocas cosas: Unos guantes de látex, un cuchillo eléctrico de cocina, martillo y bolsas negras, de las de basura… Pero le advierto que yo no mato a nadie, a mi sólo me los pasan para empaquetarlos.
¿Sabe?... Descuartizar cuerpos no es una tarea tan complicada como usted se imaginaria; es más el misterio que le ponen; además a muchas personas les da miedo hacerlo y prefieren llamarme a mi.
Ponga cuidado le digo como se hace: La cabeza se corta por la parte alta del cuello, suelta más fácil en ese lugar; y se deja entera, pues el cráneo es bastante duro para quebrarlo totalmente; más cuando esas cosas entre más rápido se hagan mejor; además cuando se le da martillo suele estallar y repartir sesos por todo lado, no es cómodo limpiar después y mucho menos quitar el olor.
En cuanto al tórax, toca desprenderle primero los brazos y la parte inferior desde la cintura; esa es la más durita porque toca zafarla justo en donde encaja la columna con la pelvis, de lo contrario se dificulta desprenderla y se pierde tiempo valioso. Una vez suelta, las vísceras se pueden sacar fácilmente por debajo y luego se ablanda dándole con un martillo hasta que las costillas ceden; después es como doblar una sabana, sin problema cabe en cualquier bolsa.
Las piernas y brazos podrían guardarse enteros; yo prefiero desprenderlos a la altura del codo y las rodillas para que las bolsas queden más pequeñas y se disimule un poco más; suelen pasar por basura hasta que empiezan a descomponerse, claro que los pies si prefiero desprenderlos, los corto desde el tobillo, porque sino hacen punta en la bolsa y si se revienta antes de tiempo se complica la cosa; por eso yo trato de repartir en tantas bolsas como sea posible y usarlas dobles; sobre todo las más pesadas; donde va la cabeza, la de los intestinos; y la del tórax.
Ahora, cuando quiero imposibilitar la identificación del cadáver, le quemo las yemas de los dedos con acido y le machaco los dientes a martillazos; pero pocas veces me pongo en esas; casi siempre se quiere que sepan de quien se trata.
Me parecía simplemente increíble la displicencia con la que aquel hombre me detallaba su proceder mientras con las manos sobre la mesa, entrelazados los dedos, se rozaba los pulgares calmosamente.
Se trataba de un hombre muy menudo, de aproximadamente 40 años, tez blanca y bigote profuso pero bien arreglado, cabello canoso muy cortó y unos ojos verdes que inquietamente miraban tras unos anteojos de marco grande y dorado
José Daniel Cáceres; Navajita le decían, fue profesor de biología en un prestigioso colegio privado de la ciudad durante 20 años, hace varios años que ya no ejercía esa labor. Murió apuñalado en su celda, tres días después de nuestra entrevista, se presume que a manos de alguien que le cobraba una de sus múltiples disecciones. |