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AFUERAS DE LONDRES 1815 A ambos lados de la calle amplias aceras con magníficos palacios, rodeados de jardines con cuidado césped, setos de oloroso mirto y bellísimas composiciones florales, hacían del conjunto todo un placer para los sentidos. Lola, contaba 18 años venciendo la obstinación de sus padres contestó el anunció en el que solicitaban una secretaria, para su sorpresa y disgusto de sus progenitores en un tiempo record fue contratada, la entrevista se realizó en una agencia y la única información que le habían facilitado era una dirección que le apuntaron en el papel que llevaba en la mano, nº 32 de Richmont. Street Caminaba llena de emoción y algo nerviosa, no era muy frecuente que las mujeres trabajasen, pero ella tenía otras aspiraciones que el resto de sus congéneres femeninas, y se preparó a conciencia en una academia de la que ella era la única alumna, no le fue fácil en un principio, tubo que vencer el rechazo de sus profesores y compañeros demostrándoles que era más rápida y eficiente que cualquier varón, en poco tiempo se ganó el respeto de todos ellos. Lola, tenía la inocencia de la niñas pero caminaba con el desparpajo de las mujeres que se saben atractivas, sus 18 años unidos a un esbelto y perfectamente formado cuerpo, cada cosa en su sitio y en la cantidad justa, larga y sedosa melena negra brillante, enormes ojos verdes, nariz respingona y andares graciosos, hacían que a su paso se volviesen todas las miradas masculinas y algunas femeninas (menos). El número 32 de Richmont Street apareció ante Lola, se Paró ante el enorme portal de hierro forjado pintado de negro y rematado por puntiagudas cabezas de lanza que apuntaban al cielo. El corazón le latía alocadamente, intentó darse ánimos, haciendo sonar con fuerza la campana de bruñido bronce que pendía de una cadena del mismo metal, esperó con impaciencia durante 5 minutos, el portal fue franqueado por un hombre de mediana edad (unos 40 años), completamente uniformado y enguantado, quien saludo con exagerada amabilidad y voz exageradamente atiplada, que sorprendió a Lola haciéndola esbozar una inoportuna sonrisa que sofoco al instante. - Mrs Dogueti? -preguntó el hombre haciendo una ligerísima inclinación de cabeza, - Si, yo soy, -contesto Lola con voz temblorosa - Es Vd. Tan amable de seguirme? -Sonó como una orden,- pero le siguió obediente se adentraron por un asfaltado camino en medio de una especie de bosquecillo con toda clase de árboles, frutales y ornamentales que despedían un embriagador aroma, al finalizar el camino presidiendo una gran explanada, se alzaba el palacio, imponente, por una enorme escalinata de piedra se accedía al interior, Lola puso su pie en el primer escalón pero el gesto del hombre la hizo desistir la condujo por un lateral del palacio hasta una escalera también de piedra, pero esta vez descendente al final de la cual había una puerta de roble entreabierta, que traspasaron, por pasillos alfombrados llegaron a una escalera de sólida y relucientemente madera por la que llegaron al piso superior, mas pasillos, más alfombras, más de todo,… el hombre se paró y abrió una puerta – le hizo un gesto para que entrara y le habló nuevamente -Espere aquí, Mr. Cirlees, vendrá enseguida. Quiso preguntar quien Diablos era Mr. Cirlees, pero el sonido de la puerta al cerrarse tras el sirviente la disuadieron de hacerlo. Mientras esperaba analizo la estancia con detalle, supuso que aquello era la biblioteca, grandes estanterías de roble viejo llenas de libros, parecían confirmarlo, una gran mesa también de roble rodeada de sillones de piel marrón, confortables orejeras del mismo material, ante los dos grandes ventanales de pesados cortinones de terciopelo color oro viejo, amplios tresillos, lámparas y alfombras por doquier le conferían a la estancia un elegante ambiente que invitaban al estudio y a la conversación intelectual, se sentó ante el ventanal que tenía corridas las cortinas, desde allí tenía una magnifica vista del jardín, los cascos de un caballo la hicieron ponerse en guardia hasta que se materializo ante sus ojos, un bellísimo ejemplar descendió del negro animal, era un hombre joven, elegantemente vestido y no bien, magníficamente parecido, mejor dicho no se parecía a nadie que ella hubiese visto antes, ¡era único!, se quedó embobada contemplándolo hasta que desapareció, pero permaneció atenta por si volvía, al poco tiempo el hombre que la había recibido se llevó al caballo. Lola comenzaba a impacientarse, no sabía el tiempo que llevaba esperando, pero lo pareció una eternidad, la puerta se abrió se puso en pie recomponiendo su figura y ensayando mentalmente lo que iba a decir, pero …ante ella apareció una doncella portando una bandeja. - Mr. Cirlees le pide disculpas y le ruega acepte este refrigerio mientras espera, Al mismo tiempo que agradece su paciencia, pero asuntos urgentes le retienen en la ciudad más tiempo del que hubiese deseado. Todo esto lo dijo de corrido y desapareció dejando la bandeja sobre la mesa de roble. CONTINUARÁ |
Texto agregado el 18-02-2005, y leído por 315 visitantes. (3 votos)
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