A veces pasan cerca tuyo,
te rozan con sus cabellos
y no logras darte cuenta.
Sientes su aroma a flores
de primavera,
el dulce despertar del rocío
invernal
o el humedo de las hojas
de julio.
Pasan entre nosotros
ocultos,
sencillos,
alegres,
sin más mentira
que el hecho
de no saber lo que son.
Que con una mirada,
son capaces de alegrar el alma
de borrar lágrimas
y de romper el hielo del corazón.
Si por alguna alegre casualidad
del destino Dios,
percibes uno,
sería mejor que cerraras tus ojos
sintieras su calido aroma
y te dejaras llevar por la suavidad
de su voz.