Ayer lo tuve tan cerca que me sentí difusa entre el vaho de su aliento... ayer él me hizo preguntas que aún me duelen, me enmudecen, me cofunden el olfato y la vista con las esporas que me producen esa alergia del amor a voces... descubierto... indefenso. Y él no ve que mi alma se esparce como niebla en su ser, que mi cuerpo gira como venus desorientado y que mis manos vibran como música en el vacío. Aún así me pregunta si le quiero cuando me ve llorar e ignorando que lloro porque una espina de la rosa que clavó en mi mente le ha robado un suspiro a la vida, porque he roseado con mi presencia la mentira y el juego, porque lo miro queriendo ver en sus pensamientos mi nombre con fuego y porque le hablo en silencio para que sólo me oiga su piel de caramelo tibio. Y no hay más que decir, si todo lo ha gritado mi cuerpo inquieto, mi hambre de sus besos me han echo buscar consuelo en otros roces, en otras manos que atrapen mi vuelo hasta su destino, para no embriagarme hasta decir que la realidad es el dolor que no conoce alivio ni tiene la dosis de su aliento, hasta que cubra mi pánico que no es perderlo, si no que se borre con un poco de mis lágrimas lo poco que fue ese trino de caricias furtivas y besos apretados, hasta que deje de sentir vana la poesía si no ha entrecruzado sus dedos en mi líneas, hasta que la angustia anidada en el fondo de este juego donde tres fizas hicieron jaque, no maten a la reina de los celos y de los clavos incrustados. No me quedan ganas ya para responderte si me alivianó los latidos que tres caminos coincidieran, como lazos, atándose, enredándose ambos en mi cuerpo, si rumbo fijo ni futuro, formando solo un nudo de deseos amarrados a sueños que no se atreven a suspirar sobre su aliento... Y me sigue preguntado si le he visto en la puesta de sol, con su cabello más brillante que el cielo disimulando el orgasmo de la mar sintiendo el calor de los rayos, si le he visto en la tristeza de las lluvias tímidas que no se lanzan ni con rocío para refrescar en mi pecho las flores que han muerto esperando sus buenas noches... y esta noche que está lejos, lo siento por primera vez conmigo, compartiendo mi lecho, alucinantemente dentro de mí, vagamente dibujado, pero presente en cada pliegue de mi cuerpo... como la primera vez que hicimos contacto... para tatuar en verano el juego del sabor a despecho...y vapores condensados... |