Mi querido Víctor: No sabes cuánto y cómo me aflige ver tu legado reducido a los graffitis de la Alameda. Y pensar que asumiste el fuego de la muerte sólo porque tu arte no quiso serle impasible a la abominable opresión de tu pueblo trabajador. Hoy alzo la voz como muchas veces tú bien lo hiciste, y denuncio a los cuatro vientos de esta ciudad maldita, a quienes ni siquiera fueron capaces de bendecir con tu nombre aquel recinto en el que clamaste “Canto que mal me sales cuando tengo que cantar espanto”
Pablo Vásquez D.
Texto agregado el 24-07-2003, y leído por 239
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