Es curioso, cuando alguien te nombra a un viejo amigo, a primera impresión uno solo tiene dos modos de verlo en su mente: o riendo o en un momento de apuros. Hacía tiempo que no nos veíamos y cuando me nombraron a Jose esta mañana lo primero que recordé de el era su risa. Sé que parece un topicazo pero es cierto. Hace un par de semanas coincidimos en dos escaleras que se alejaban en el corte ingles, yo salía y el entraba. Fue lo justo para decirnos adiós con cariño y con prisas (las putas prisas de siempre). En el instituto se sentaba tres sitios a la derecha de mi, junto a Mario, otro puntal. En clase siempre nos reíamos a la mas mínima. Quizás por ser multirepetidor, era especial la forma que tenía de tratar a la gente. A todo le daba un toque de madurez sin resultar arrogante, era eso, especial. Claro que especiales somos todos pero este chico transmitía algo y desde luego no pasaba desapercibido.
Es por todo ello que, cuando esta mañana me dicen que el sábado lo mató un coche en la autopista del sur, me sentí extraño. Resulta confuso, tienes la imagen de tu amigo riendo y sin embargo la tristeza te invade. Y es que, con 28 años uno no debería morir. A esta edad todo son planes, su novia, sus proyectos, todo absolutamente y lo de salirte del tablero no debería valer. Todo es desolación y nadie recuerda ninguno de tus defectos, es un momento... que coño, es una puta mierda!.
Encima cuando te cuentan como fue (de madrugada, un accidente en cadena, se bajo a socorrer y lo atropelló un mercedes que venía como un avión) te dices, me pega en el. Y esto si que te da rabia, se mató por buen tío. La situación me recuerda a alguna anécdota mía en la playa y me da mucho que pensar. Parece irreal lo deprisa que te puede cambiar la vida por una simple coincidencia, por un “no debería estar aquí”. Y lo que realmente me hace darle vueltas a la cabeza es que, antes de que pase nada terrible, la vida te avisa. Siempre recuerdas una situación anterior en la que cometiste la misma imprudencia. Pero en esas circunstancias no sueles usar el cerebro, hay una mezcla entre tu yo bueno y el malo y ninguno tiene razón, tienes que oír a tu yo frío y no despistarte. Como la cagues vas directo a la última página del periodico y al recuerdo de tus seres queridos mientras comentan lo buen tío que eras.
Casualidades de la vida, hace 20 años siendo casi un niño de teta me dijeron que mi tío había muerto. De aquel tiempo recuerdo solo pocas cosas (afortunadamente). Recuerdo claramente la cara de mi madre, recuerdo mi familia destrozada, recuerdo que un extraño sentimiento me invadía, supongo que fue la primera vez que me sentí triste. Pero lo que más claro tengo en mi memoria es el lugar donde recibí la noticia, fue en casa, junto a la nevera, exactamente donde hoy me enteré que no volvería a ver sonreir a Jose. Puta nevera.