-A la mierda Le grité lanzando la puerta contra el marco mientras me alejaba golpeando con los talones sobre el suelo. -Otra vez la misma mariquera, no me la calo más. Habíamos discutido por enésima vez; por su chocante y redomado feminismo, siempre por una tontería, ella siempre insistía en hacerme ver como un cavernícola, como un mono machista que solo se interesaba por su entrepierna, y no era capaz de ver sus valores como ser humano. Siempre la misma cantaleta, pero ya, ya era suficiente; no estaba dispuesto a seguir siendo manipulado por una cuaima. Pero; ¿Que se habrá creído ella? ¿Porque yo debo doblegarme frente a una mujer? Bastante tiempo tuve que soportar a mi madre; para que también venga ella a quererme joder. A mi; un hombre hecho y derecho. No juegue; ni que yo fuera pendejo. ¡Pero que ocurrencia!, querer tomar las riendas de mi vida como si ella fuera mi mamá. ¡No!, definitivamente no, Me negaba a seguirla soportando un día más de mi vida. Salí del apartamento bufando como un toro; llevándome por delante a cuanto bolsa se me atravesara en el camino, desesperado por alcanzar la calle. Atrás, aun escuchaba los gritos destemplados de Maruja, gritándome que volviera, que no la dejara con la palabra en la boca, que aparte de bruto, era un maleducado. Una noche azul eléctrico me saludaba ecléctica con su brisa contaminada a plomo. Los autos; en su amodorrado caudal, fluían como ríos metálicos, por unas calles inundadas de basura y gente que le disputaba a los perros y a las ratas un espacio para guarecerse de una llovizna tenue y pertinaz que me rasguñaba la comisura de los ojos con su ácida amalgama de grasa, sudor y agua. ¿Pero como se le ocurre que yo tengo la misma obligación que ella a limpiar y a cuidar niños mientras ella trabaja? ¡No joda! ni que ella fuera el macho. –Machacaba pensando- A lo lejos una figura se me acerca balanceándose sobre cada paso que daba. -Ahí viene otra vez ese pendejo a martillarme…en vez de ponerse a trabajar lo que se la pasa es durmiendo todo el día; y luego en la noche, cuando le aprieta el hambre, ahí si; a pedir, no juegue, como si uno tuviera la culpa de su flojera… -Murmuraba por dentro- -¡¡¡No tengo coño hasta cuando pides plata nojoda anda a trabajar!!! Ladré manoteándole la mano sucia extendida. Nosiasiesquesques, que ella va a trabajar, mientras yo me quedo en la casa, no juegue. Menos mal que me lo aviso a tiempo; sacó las uñas rapidiiiiito, porque lo que es éste negro que esta aquí; no se la va calar ¡Que va mi llave! -¿Coño pero como se le ocurre decirme a mi en mi cara que somos iguales y que tenemos los mismos derechos??? ¿Ha? –Dije pensando en vos alta- Bueno teóricamente es así, pero todo el mundo sabe, (hasta una mujer inteligente es capaz de entenderlo) que otra cosa es la realidad. Los hombres mandamos; los machos somos los que estamos arriba, y cuando una de éstas pendejas, porque haya estudiado una carrerita en la universidad se siente muy sabrosa, hay que bajarla rapidito; para que no agarre mucho vuelo. ¡No señor! las mujeres pa´ la casa y pa´ la cocina, como decía mi abuelo. ¡Claro que si! Es que las mujeres están pasadas de vagabundas. Como remataba mi abuela para al final agregar solenme: ¨El lugar de las mujeres es su casa con sus muchachos; criándolos, y en la noche atendiendo a su marido. -Es que todo comenzó con una pendejada: -Dije entre dientes y recordé- Maruja quería que mientras ella se vistiera, yo lavara los platos en la cocina –Comencé a recordar-porque si no; según ella, no íbamos a llegar a tiempo al cine. ¡Que arrecha es ella! Se viste y se maquilla, mientras el bolsa, el güev…, lava los platos ¡No juegue! Es que así empieza la vaina, después te dicen: ¨Si antes lo hacías, porque ahora no.¨ Y al cabo de unos años; tengo que lavar la ropa, limpiar la casa, atender los niños y cocinar. Si. ¨Porque si lo hacías antes; porque no, ahora.¨ -No me joda; si Dios hubiera querido que hiciera todo eso, hubiera nacido con una perola entre las piernas. –Dije en vos alta al tiempo que me paraba en medio de la acera encogiendo los hombros y gesticulando en súplica con los brazos- El camino a mi apartamento esta caligrafiado de neón y transeúntes sin rostro que se arrastran cargando con sus propios vicios y desgracia como una masa pastosa y gris de grasoso asfalto. Ya dentro de el edificio… -¡¡¡A la verga, otra vez el ascensor dañado; a subir mis nueve pisos!!! ¡Que no digo yo! Cansado, subía peldaño a peldaño, esquivando de vez en cuando uno que otro carajito de algún vecino que bajaba escaleras abajo como un peo; atropellando a todo el mundo, como si el papá fuera el dueño de esta vaina. Segundo piso y ya me dolían las batatas; en ves de batatas parecían un par de rolos de yuca, y no es que sea yo un ordinario pero… ¡Que vaina, que día de mierda! ¡Como se me había estropeado la noche con Maruja! Ya hasta tenia el plan hecho; cine, un café, unas cervecitas y de repente; ¡La convencía para que me acompañara a mi apartamento…! !No juegue! Pensándolo mejor; tremenda impresión se hubiera llevado de mí, subiendo estos cojonudos nueve pisos a pulso limpio; al carajo me hubiera mandado. Tercer piso, ¡Como estoy sudando! Alo la manilla de la puerta del ascensor que ni siquiera se abre; el sonido del metal entamborado me hace exhalar desesperanzas ¡Sigue malo! Carajo como me duelen las piernas. -Ha sí pero ay de ti si te atrasas con el condominio -Dije viendo la cara de morsa de un vecino que se asomaba a la puerta del apartamento- ¿En honor a la verdad que carrizo quiero yo con esa bolsa…? –Pensé en Marujita- Bueno, creo que estoy medio enamorado; no sé, me parece que siento algo hacia ella. ¡Ay sí! -Pensé burlonamente- … ¡Estoy medio enamorado¡ -¡Hasta parezco pargo! -Me dije recriminando- ¿A quién engaño? Yo sabía que dentro de mí había algo más que la simple atracción por su par de… ¨Poderosas Razones¨. Si, creo que hay algo más… Cuarto piso, estoy calándome las escaleras yo solo ¿Será que arreglaron el maldito perol? Nadie viene sufriendo junto conmigo, quisiera sentarme un rato, y no lo hago (cuestión de imagen) porque me da pena. Es que escucho las risas de unas vecinas que vienen subiendo dos pisos mas abajo, me resigno a seguir echándole bolas hasta el quinto, que acepto jalando el pasamanos como si fuera un mecate de madera…que cae inclinado desde arriba. Quinto piso, y siento el sudor que me corre por la espalda; siento el cuero de mis testículos largamente estirados, nadando en la sopa de mis humores; que empapa el suspensorio de mi calzoncillo. Subo doblado, prácticamente arrastrando mi cuerpo con ayuda del pasamanos. El dolor de las piernas se esta extendiendo a mis nalgas que ya me punzan hasta casi hacerme reír. Mi espalda; creo que por la inclinación del cuerpo asoma el doloroso fantasma de un lumbago. Abajo, en los primeros pisos; el ladrar de un perro y el llamado a comer de una vieja gorda me distraen un poco de la arrechera, sosegándome. Sexto piso, al fin me siento en el primer escalón masajeándome las piernas mientras veo por una orilla del pasamanos y hacia arriba los tres pisos faltantes. Por los bloques de luz; una brisa húmeda me refresca los pulmones. Miro el granito sucio y gastado de los escalones con delgadas anillas de mugre en los bordes. El sudor baja por mi frente empapando mis cejas. Me levanto impulsado por el ansia de alcanzar la tranquilidad de mi apartamento y supero adolorido los tres pisos faltantes para finalmente con la llave húmeda y temblorosa abrir la entrada de mi hogar, al fin en casa. La oscuridad de la sala me hace forzar la vista abriendo los ojos al extremo de resecarme los globos, mientras palpo la pared buscando el switch. Un cilindro frío y pulido se desplazo por el dorso de mi mano para estrellarse a mis pies dándome un vuelco el corazón. -¡¡¡Mierda de vaso otra vez lo deje allí!!!! -Grité convencido- El crujir de vidrios bajo mi zapato, me confirmaba el acontecimiento, finalmente; la luz me mostró una mancha parda de cocacola en el suelo y fragmentos de vidrio junto al culo del vaso, como un filoso casquete que se apoyaba en la punta de mi zapato. Pensé en la escoba, una hoja de periódico con el borde mojado… ¡ha! ¡Luego lo barro! Recogí los trozos grandes y los eché al bote al tiempo que abrías la nevera, tome una jarra y de pico me di largos tragos de agua helada que me desbordaban la boca mojándome los bigotes y la camisa en el pecho. La parrilla de la nevera crujió por el peso del envase mientras me quitaba la camisa y me preparaba a desnudarme para darme un baño. Si algo funcionaba en este edificio, era el agua; aunque a veces fallaba, y en ocasiones en lugar de agua escupía aire y barro por los grifos y la regadera. Estaba bastante fría –pensé mientras los hilos de agua me presionaban la cara y el cuello-pero no me molestaba; al contrario me refrescaba, ¡Vaya una forma de contrarrestar el fuego que sentía por dentro! El refrescante regaderazo de agua que chorreaba de la cara al pecho haciéndome encorvar de frío hacia dentro. Giro el grifo hasta el tope de la goma que cruje apretada. Una pastilla afilada como una piedra laja de río comenzó a hacer espuma en mis manos; haciéndose más abundante al frotarme contra los vellos del pecho. Con fuerza y vigor comencé a frotarme los hombros, el cuello, los brazos, el abdomen, la cara… parecía querer alejar inútilmente el frío que me erizaba la piel, sin lugar a duda el único momento en que los humanos nos hacemos plenamente concientes de todo nuestro cuerpo; al punto de decir que lo conocemos en su totalidad es éste. Y es que el baño; ofrece una valida excusa para ello. Es el momento en que a través de esta peregrina exploración podemos tener una imagen táctil de nuestro todo nuestro cuerpo. Conocemos por ese intimo feedback entre los dedos y nuestro cuerpo todos los accidentes y texturas de nuestra piel. El agua hace desplazar el jabón de mi cara y del cuello; muevo la cara contra la corriente evitando irritación en los ojos que abro en forma desmesurada mientras aspiro liquido y aire por la boca. Enjuago el jabón de las piernas y me reviso cuidadoso el glande para quitarle los restos del jabón. Semi-mojado; camino hacia el cuarto. frotándome el pecho y los hombros. Con la toalla que por cierto huele un poco mal por falta de sol; debo sacarla en la mañana por la ventana del balcón para que se le vaya el olor. Sentado al borde de la cama me termino de secar los pies para luego olvidarme y tirarla sobre la silla. Me pongo un pantalón de pijama y me alisto a dormir. Las sabanas frías y suaves me amodorran sumiéndome en una sensación de paz. Me encojo sobre mi mismo, volteándome boca abajo para caer en el sublime sopor del sueño; y duermo. Un sueño profundo y mágico lleno de imágenes y sonidos como otro mundo que se resumía en unas cinco horas acostado. La noche fue cómplice de lo que me aconteció mientras dormía. Por la ventana entran pedazos de la mañana que brillan en caleidoscopios de vidrio y cortinas anunciándome a través de mis entrecerradas pestañas que el día sábado había comenzado hacia escasas seis horas y me reclamaba por la ventana de mi cuarto. Acostumbrado a las durezas mañaneras de mi pene me pareció raro no sentirlo frotándome las muñeca de mi brazo quede dormido de nuevo y mi entrepierna estaba húmeda y muy caliente caí entre dormido y despierto creo que soñaba pues sentí un pezón entre mis dedos carnoso y cilíndrico precedido de un turgente seno muy suave al tacto y que reaccionaba endureciéndose por el roce de mis yemas... vaya una sensación exquisita me sentía estimulado por la punta de mis dedos en el pezón de…alguien en mi cama la placentera sensación no me permitía pensar coherentemente una secreción húmeda y tibia entre mis piernas me hizo pensar que estaba flojo del estomago y me hizo saltar como un resorte de la cama para buscar el baño pero algo me tiro del pecho creándome un desbalance que me hizo trastabillar y caer al suelo en la semi-oscuridad de mi cuarto. Sobre mi brazo se apoyaba una masa tibia de piel… Mi corazón latía cada vez mas aceleradamente mientras con mano temblorosa la dirigía hacia mi entrepierna había delegado la responsabilidad de descubrir la nefasta realidad de la pesadilla en la que estaba de cuerpo y alma inmerso… -Ñoooooo me caparon me lo cortaron!!!!! –Grité- Desesperadamente escudriñaba entre mis muslos y mis manos se mojaban en lo que yo juraba era sangre mientras un lamento gutural e infantil gemía nervioso desde mi garganta creo que también le habían hecho algo a mi garganta sonaba como un carajito. -No solo me habían cortado la paloma y las bolas me habían dejado abierto para que me desangrara ay ay. No me dolía pero esperaba casi con ansias que así ocurriera sentía un frió espeluznante en la cara mi boca estaba reseca los malditos me habían puesto una peluca en la cabeza quizás para burlarse de mi mientras dormía el cabello estaba sobre la cara y se me metía en la boca. Me levante con pesadez como un viejo, creo que había perdido mucha sangre estaba débil y mis pasos eran inseguros hacia el interruptor que estaba al lado de la cómoda. Ya incorporado me dirigí hacia ella y pude mirar al fin no uno sino dos senos que saltaban femeninos y alegres pegados a mi pecho¿? pero dios mío ¿Que era lo que me había pasado? Mi mente era un torbellino buscaba un razonamiento lógico y todos me conducían a una pesadilla, si; yo no me había despertado aún, solo caminaba dormido. Así y todo, frente al mueble estire brazo y encendí la luz que me mostraba una mujer delgada blanca de senos bonitos y parados, un cabello liso y largo hasta los hombros que desordenado le tapaba parte de la cara. En un gesto que sentí muy femenino, descubrí mi rostro frente a la luna que me devolvió una cara aterrada pero de finas facciones que movía la boca y las cejas al mismo tiempo que yo. Caí sentado al borde de la cama igual que ella mientras en una morisqueta que le afeaba el rostro rompí a llorar con una voz que me partía el alma y me impulsaba a consolarla. Cuantas veces lo había hecho con alguna amante que debía dejar, pero ahora esa mujer era yo. Pensé en destruir todo gritar volverme loco abrir la puerta del bacón y lanzarme para acabar con todo, quizás; si solo era un mal sueño “moriría” despertándome en mi cama con mi genero y mi sexo intacto entre las sabanas…pero no lo hice, solo me abrasé a las rodillas y me deje caer entre las telas desordenadas de mi lecho y llore silenciosamente porque me daba pena conmigo escuchar mi propia voz como si fuera de mujer y llorando en el sopor de mi sueño me quede dormido. Unas dunas de telas hacían el nuevo paisaje que se abría mágico ante mis ojos aun pegados de secreciones por mi llanto. En el horizonte los cristales de una ventana me atisbaban medio ocultas como bailarinas árabes por unas cortinas viejas y casi trasparentes de tanto lavarlas por químicos detergentes. Mis brazos estaban dormidos; un hormigueo hacia que me dolieran los músculos mis dedos instintivamente fueron directo a la base del pubis y aunque no sentía en ellos nada no había allí ningún pene solo una abertura llena de humedad tibia. Giré sobre mi espalda para ver el techo que como en un insólito cinemascope me hacia la gran estrella de un drama que yo protagonizaba. La luz que se filtraba por la ventana entre grises y mustios colores reflejos de la calle. Que solo me sentía en ese momento. ¿Cómo explicar a alguien lo que me había ocurrido? En el mas afortunado de los casos (si lo había) me creerían un transexual en el otro extremo yo era nada. Sólo una mujer sin identidad que se creía hombre y que estaba en el apartamento de un hombre soltero. Sentado en la cama comencé a ver la magnitud de mi problema de primera mano quién podría ayudarme era… En ése momento sonó el teléfono interrumpiendo mis pensamientos, salté de la cama de la cama y corrí a contestarlo. -Sí, quién es Sonó mi vos infantil y destemplada -Por favor ¿Está José? Se escuchó del otro lado de la línea -Soy yo vale como está la vaina Dije familiarmente a mi amigo que me hablaba -Disculpe señorita ¿Es el 5969 36 35? ¿Vive alli José Silva? Preguntó extrañado mi amigo que sospechaba ya de una aventura mía. -Es que… Dilataba yo la respuesta dándome tiempo para pensar y reaccionar -¿Sabe?... José se fué tuvimos un problema, y me dejó solo –digo- sola encerrada aquí en el apartamento y se llevó toda mi ropa y ahora no sé como hacer...!!! Hice mi vos ligeramente suplicante para tratar de sacarle provecho a la oportunidad de conseguir ayuda que se me presentaba. Ah que broma, Contestó mi pana engolando la vos para hacerla mas varonil, (si supiera) el muy rata -Ay no sé como hacer porque toda mi familia está en Europa y a ésta hora ya perdí el avión que pena me da contigo. Lo tuteé para darle confidencialidad y hacerlo mi cómplice. Luis definitivamente mordió el anzuelo, en medio de mi desgracia sentía algo de alegría por la broma que le jugaba a mi amigo. Mi mano blanca y frágil tapaba la bocina del teléfono para que no escuchara el gorgeo de mi risa reprimida a fuerza de morderme los labios. -¡Cónchale que broma con Chepo! es que ése como que no cambia nunca, mira yo creo que puedo ayudarte con algo de ropa de mi hermana ¿Que talla eres tú?. -Me preguntó el pendejo.- -Ay yo creo que me debe servir Me apresuré pues conocía el cuerpo de Carolina y vaya que lo conocía . -¿En serio? ¿Y como estás tan segura? ¿Nos conocemos acaso? Preguntó lógicamente el bobo. -No, digo yo; porque yo soy delgada como la mayoría de las muchachas, yo soy de talla normal tu sabes… Traté de remendar el capote. ¡Pero que bolas tengo yo! pensé sin dejar de tener un dejo de nostalgia. -Bueno, tranquila yo puedo estar allá como en una hora pero dime algo: ¿José tiene el celular con él? Digo para decirle. Mira que no quiero vainas con èl. –Ha cagoncito el niño ¿no?- pensé mientras movía la cabeza -Si, digo no, él creo que lo dejó por aquí porque no tiene saldo y la batería estaba dañada oye, me da pena pero: cuando discutimos el lo batió contra el suelo y se fue. -Eso es típico en ese chamo que definitivamente no cambia. Bueno, déjame ir al cuarto de mi hermana, como yo no soy muy bueno en eso de vestir mujeres, creo que si no consigo un vestido casual algo ligero te llevaré unos jeans y una blusa. ¿Te parece? -Si por favor te espero aquí en mi casa –digo- en casa de José. Respondí nervioso -¿Y como te llamas tu? Lanzó inquisidoramente como un disparo agarrándome fuera de base. -José,,,fina Contesté dudando -¿Cómo? -Josefina afirmé. -Ha bueno oye que casualidad ¿no? Bueno Josefina, entonces dame una hora para ver que podemos hacer mi amor. La verdad es que el “mi amor” me dolió. ¿Que pensará el diablo éste? Detrás de la frasecita el chasquido del auricular colgando me dejaba con el aparato en la mano. Caminé hacia el baño lejos al fondo en el espejo del cuarto una figura femenina blanca de senos breves y aureolas rosa caminaba como yo lo hacía hacia el baño. Nada es mas impresionante que bañarse con un cuerpo distinto. Mi cuerpo antes lleno de pelos ahora era de una piel muy suave y lisa. Los relieves y accidentes de esta geografía corporal eran suaves, receptivos y amorosos. Cuantas veces acaricié un cuerpo femenino desde afuera disfrutando con la suave sensación de dar y recibir placer, la sola vista de un frágil cuerpo de mujer despertaba en mí una gama tan intensa de instintos que iba de los mas animal a lo más sublime. Si, sentía miedo, sentía rabia, sentía nostalgia y al mismo tiempo comenzaba a sentirme… ¿Bien? -Que vaina José ¿Que pasa contigo? ¿Te estas volviendo Gay? Me reproché con rabia en vos alta mientras me enjabonaba las piernas y me hacía daño al castigarlas con rabia. El jabón resbaló y cayó el el suelo pulido de agua y espuma, me agaché sobre mis piernas para recojerlo, mi equilibrio sin agua ni jabón ya era bastante precario. El agua me golpeaba la cara haciendo que el jabón cayera al piso después de recorrer mis pechos y mi vientre haciendo, una pequeña parada entre mis muslos redondos y bien torneados. Mi mente era un avispero por mas que pensara que había pasado no estaba al cabo de entenderlo; era como una de esas películas de televisión de domingo por la tarde. Me sequé suavemente no porque quisiera que aquello fuera una experiencia autogratificante sino porque me dolía, mi piel era mas sensible a las presiones y al roce, caminé hacia la sala mientras me secaba el cabello frotándolo con la toalla cuando una astilla de vidrio se me enterró en la planta del pie produciéndome un dolor punzante y molesto. La astilla no era grande, de hecho no se veía, solo se sentía molestándome en la planta del pie. Con la toalla en la mano fui a mi cuarto apoyando el pie sobre los dedos. No había sangre. El dolor tenía ahora otra dimensión; sentía que no era algo del otro mundo, era soportable. Con mi anterior cuerpo ya se me hubiera dormido medio pie por el dolor. Traté de sacar la astilla viéndola frente a frente y a pocos centímetros de mi cara mi pie estaba volteado hacia mi rostro y no me molestaba, era mucho mas elástico que antes pero por mas que lo intenté no pude sacarla. Para solucionar el problema del calzado busqué en el closet unas viejas sandalias indúes de cuando mi mamá era joven que milagrosamente me vinieron al pelo ¡Increíble! antes calzaba 43 ahora mi pie se había reducido a talla 37. El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos y con las sandalias puestas me envolví en el paño para ir a abrir la puerta a Luis (que rápido el muérgano) que ya había llegado. Enrrollé mi cuerpo en la toalla, mientras me miraba en el espejo de la cómoda (que buena estaba) me incliné coqueta abriendo mucho los ojos para hacerlos mas redondos y femeninos y con un mohín de nariz hice un rápido movimiento de cabeza para retirar de mi cara un mechón rebelde y arreglando mi pelo por detrás de las orejas acercando mi cara al espejo empañandolo con mi aliento. Otro timbrazo me sacó del cuarto corriendo con saltitos y balanceandome como un barquito. Que ridiculo pensé deteniendome en seco y juntando los pies traté de imitar un caminar lo mas cercano a lo femenino hasta llegar a la puerta. Dos vueltas de llave y el crujir de una puerta y … -¡Mierda!!! –Dije asombrándome de lo que ví en la puerta- -¿Qué? –Dijo sorprendido Luis- -No, ¡Esteee! ¿Que tal? Tu eres Luis imagino. Traté de disimular mientras un rubor me coloreaba la cara y me hacía mirar al suelo. ¿Pero que me estaba pasando? Luis ya no parecía mi pana Luis; sentía un cosquilleo en el vientre y en los riñones, y un acaloramiento en el cuello y detrás de las orejas; como una repentina fiebre localizada, estaba salivando como si viera y saboreara anticipadamente un rico postre. ¡Lo que me faltaba! Mi amigo me daba nota como hombre. Dije algo que debió sonar desencajado; porque él me preguntó que me pasaba y si me sentía bien. Hice fuerza en la garganta tratando de aclararla mientras me colocaba una mano sobre los senos y miraba de soslayo al muy rata que no me quitaba la vista. Con ojos brillantes y golosos, nunca antes me había sentido tan vulnerable; con un hilo de vos lo invité a pasar y sentarse. Entró, colocándose a mis espaldas mientras yo cerraba la puerta, al girarme extendió una bolsa con algo de ropa dentro y una sonrisa que me desarmaba por dentro. -Siéntate. –Le invité- -Gracias, espero que te sirva, pareces de la talla de mi hermana. Dijo sentándose sin dejar de mirarme. Al tiempo que se quedaba expectante. -Si, que suerte; creo que me servirá. Aseveré mientras sacaba dos rollos de tela de la bolsa y me dirigía al cuarto. Mi mente era un verdadero torbellino ¿Que haría después? ¿Cómo explicaría a mi familia que yo era José? ¿Cómo explicar la desaparición de José y que no me encarcelaran? Mientras revisaba el vestido y lo colocaba sobre mi cuerpo desde los hombros las preguntas sin respuesta caían como piedras a mi alrededor encerrándome y asfixiándome en una angustia que me cortaba el aliento. -Mejor el pantalón –Dije para mi al tiempo que metía las piernas en las mangas de tela- Rápidamente me puse la blusa afortunadamente no muy escotada (no tenía ropa interior) me cepillé el cabello hacia atrás al tiempo que me calzaba las sandalias de cuero. Acostumbrado a caminar firme la tela de la blusa me estimulaba los pezones que saltaban con mis senos bajo la tela. Luis se levantó como un resorte halagándome por lo bien que me quedaba la ropa, sin perder el tiempo para galantearme con la vista y las palabras. Pero yo estaba preocupado; estaba en un lío, la única forma de sacar dinero era con mi tarjeta pues si bien la firma que yo garabateaba era de la misma persona no era menos cierto que la mano no lo era y se notaba en el tamaño de las lazadas. Tuve que inventarle a mi amigo una verdadera novela para que me creyera, en todo caso cualquier cosa era más creíble que la realidad. Fuimos a un cajero saqué algo de dinero y comimos unas hamburguesas. El seguía acosándome con sus preguntas llevándome a veces a limites donde me tocaba echar mano de mi incipiente (Y fingida ) femineidad para salir del atolladero con una mirada felina o una sonrisa provocadora y llena de promesas. El por su parte ya me tomaba de la mano que en un principio rechacé con asco pero que luego fui soportando con cierto…! Sí, con cierto agrado. ¡Esto iba de mal a peor! El me llevaba en su carro a donde le pidiera y cada vez era mas explicito en sus insinuaciones y miradas debía aguantar y mantenerlo a raya pues era el único con quien contaba a pesar de que sabía sobradamente sus intenciones no podía negar que me sentía cada vez mas protegida por él hasta le dejé pasarme el brazo cuando íbamos hacia la casa de mis padres en oriente. Necesitaba urgentemente a mi familia pero no sabía como iba a explicar aquello. Al menos debía intentarlo. El retardó nuestra salida por todos los medios me di cuenta que quería que las noche nos agarrara en las carretera. Era lunes y Luis había conseguido permiso en el trabajo, manejaba concienzudamente despacio y aproveché para contarle mi verdad, el me miraba a ratos como desconfiado y burlón. Estaba todo oscuro, luces como relámpago dibujaban una sonrisa guasona en la cara de mi amigo que pensaba que le estaba mamando gallo, el silencio que quedaba entre los dos era como un abismo al que me sentía caer ¿pensaría este bolsa que yo estaba loca, -bueno- loco? El esquivaba el tema participándome que ya había visto una película con el mismo estilo. Ni modo, así como éste no me creía mucho menos mi familia, hasta le había contado cosas que solo nosotros conocíamos y solo sirvió para que hablara pestes de mí como José claro. El frío de la noche me hacía sentir desprotegida y cansada me sentía helada cuando súbitamente se desvió por un lado de la carretera hacia un motel deteniéndose a pocos metros apagando el motor al tiempo que se arrimaba abrazándome y hablando con vos suave muy dulce como reconfortándome. Su aliento tibio en mi oído fue produciendo en mi cuerpo lo que cuando abrí la puerta de la casa pero de forma mucho mas intensa. Algo se endurecía en mis sostenes y un calor tibio descendía desde dentro. -¡Ay no! -atiné a decir antes de sentir los labios de Luis sobre los míos- Su vos sonaba extraordinariamente ronca y varonil mientras me acariciaba los pechos por encima de la tela. Ráfagas calientes iban de mi sexo hacia mi pecho mientras un calor muy intenso en mi cuello y mis orejas contrastaba con un escalofrío que erizaba mis brazos y mis muslos, rechazaba muy suavemente sus avances colocando mis manos en su pecho pero prácticamente ya estaba encima de mi. Mi respiración era rápida y entrecortada. Con una mano abría hábilmente mi pantalón mientras la otra ya dentro de la blusa abierta apretaba uno de mis senos desde abajo del sostén mi cuerpo pedía a gritos ser poseído pero mi mente se resistía. La humedad de mi sexo fue compartida con la mano que ya se sentía dueña de mis partes y exploraba con gran confianza y destreza. Arrancando de mi garganta gemidos que le entusiasmaban a continuar con la faena. Y fue en ese momento que separándome de sus labios le miré a los ojos y le dije: -¿Me amas? Sus ojos brillaban y sin pensarlo mucho dijo: -Claro mi amor, con toda mi alma… ¡Que falso me sonó!, Vi en sus ojos la mirada de todas mis victimas; aquellas que creyeron en mis promesas y cayeron con o sin conocimiento de mis verdaderas intenciones y sentí asco, si; sentí asco. Si bien tenía una gran dosis de deseos físicos era también cierto que dentro muy dentro de mi una gran fuerza se resistía a ser poseída como una perra. Lo empujé con fuerza y pegó la cabeza contra el espejo retrovisor despegándolo, mientras lo pateaba con los talones en el pecho y lo golpeaba en la cara con una botella vacía que encontré el piso mientras lo insultaba y lloraba abriendo la puerta del auto y corriendo hacia la carretera. Tenía la amarga experiencia de haber sido traicionado por un…y que amigo. Detrás escuché los gritos, la noche era de una oscuridad helada la grava me hacía trastabillar pero mantenía el paso a pesar de ella. Cuando golpeé el borde del asfalto, una luz como un rayo me cegó momentáneamente un chirriar de cauchos y una masa metálica me amenazó con sus costillas verdes y las estrellas cayeron por detrás de mis ojos en filigranas de plata. Una suerte de sordina de semicuero me abandonaba en una superficie fría y suave terminando con un trasporte suave y cuidadoso. Un delgado tubo cantaba con percusión de insectos que giraban y se estrellaban contra el metal de un aviso que anunciaba óxidos y orines. Veía contra el cielo y a través de un vidrio trasero del auto cuando… -Señorita, ¿Está usted bien? -Dijo una vos detrás de mi desde la puerta abierta- y agregó: -Que susto me ha dado por poco y la atropello, ¿Que le pasó, la asaltaron? Unos ojos indios asomados sobre dos pómulos brillaban de alegría al verme cálidos con una ternura tan natural que no tuve tiempo de temerle me senté en el asiento dejando caer una chaqueta con olor a sudores viejos y agregó: -Tranquila, no quiero hacerle nada soy su amigo. ¿Como se llama? ¿Le duele algo? –Inquirió pasivo- Le conté de mi aventura y continuamos el camino pues el viajaba frecuentemente por ésta vía. Me contó que se llamaba Mario era visitador médico vivía en Caracas y tenía poco tiempo en el cargo. Era médico pero por razones que no me quiso confesar no podía ejercer había algo en él que no sabía como explicar un aire tan familiar que me atraía. Hablé con mi familia (Nuevamente) y por supuesto no me creyeron pensaron que era una broma de José; que ironía, yo era una victima indirecta de mi pesado sentido del humor. Mario y yo continuamos viéndonos y entre nosotros al cabo de algunos meses se estableció una bonita relación que trascendió lo simplemente amistoso. El me había hecho aceptar mi lado femenino sin proponérselo, con sólo ser autentico; había en él sin embargo ese algo que no sabía explicar con palabras pero que me atraía inefablemente. En el fondo de su mirada había un algo tan familiar que me invitaba a que no hubiera secreto entre ambos pero ¿Cómo lo tomaría? ¿Si yo le dijera que en esencia era un hombre como el? Mi dios; que dilema, sentía que no le estaba siendo enteramente ¿Sincera? Realmente yo estaba enamorada de él y temía perderlo, a fin de cuentas yo no podía recriminarme el hecho de tener una relación sexual con otro hombre, pues al cabo yo, ya no lo era. Pero me sabía la verdad, si; sé que ya había asumido la personalidad y el género que mi sexo me imponía; pero acaso ¿Era yo una mujer por el simple hecho de tener el cuerpo de una? ¿Dónde radica finalmente la sexualidad humana? ¿En mi mente o en mi anatomía? ¿Es que acaso no somos todos los individuos iguales? ¿Por qué es el sexo lo que debería diferenciarme ante la sociedad? ¿Cuánto te extraño Maruja? Cuánto me arrepiento de haber maltratado tu feminismo con mi actitud prepotente y altanera. Habían trascurrido 3 meses desde que José había desaparecido había perdido mi empleo y mi cuenta bancaria había sido cerrada hacía un mes. Mario y yo vivíamos juntos ése tiempo pensé que ya había llegado el momento de decirle a mi amor toda la verdad. Estaba acostada en la cama pensando todo esto, cuando llegó. Nos comimos a besos y nos amamos como nunca, de verdad que estábamos enamorados. Me monté sobre su pecho y entre beso y beso le fui desgranando toda mi verdad. Su rostro cobrizo e infantil me mostró una gran gama de expresiones que iban de lo risueño a lo sorprendido hasta que terminé de contarle todo aquello que me angustiaba. El me sujetó por los brazos muy fuertemente tanto que sentí miedo y mirándome fijo a los ojos me volteó apoyándome sobre mi espalda y bebiéndome con la mirada me dijo entre misterioso y divertido: -Te creo vida mía; a mi me pasó algo similar yo soy Maruja, y aún te amo. |