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No hay manera de zafar, piensa Savater. El caño helado atenaza su cuello, y sabe que de un momento a otro el dedo acusador habrá de señalarlo con un poco de presion sobre ese gatillo.

-Escuchame, Antonio... -dice, girando los ojos para atras como si pudiera asi atravesar su nuca y ver así la oscura confirmacion de su mortalidad. -Si me dejas hablar con él, podemos arreglar un precio...-

-Ahorrate la saliva para el diablo, Gato. Ya fue- Antonio, un hombre fornido ya entrado en los cuarenta, lo corta. Se pasa una mano por el ralo cabello rubio al tiempo que patea habilmente las piernas del Gato, haciendolo caer de rodillas. Le encantaba el estilo ejecucion para terminar sus 'trabajitos'.

-Elegi: cabeza o pecho. Y rapido, o el primero va a las pelotas.

Savater se humedece los labios, mirando frenetico a un lado y otro de la reducida habitacion. En realidad, para ser un armario de limpieza, era bastante amplio: en una esquina, un par de botes llenos de trapos mugrientos; al lado, una mopa que parecia destinada a ensuciar más que a limpiar. Siente, más que ve, la humedad del suelo filtrándose a traves de sus carisimos pantalones de vestir; y lamenta no por primera vez haber coincidido en el puto Teatro Colon con el Garzo. ¿Como carajo iba a saber que a un mafioso de poca monta le iba a interesar la opera? Eso solo pasaba en las peliculas de DeNiro.

-Si el Garzo se llega a enterar que me mataron antes de sacarme el lugar donde lo puse, se pudre todo.

-Que me ves, cara de cana? Yo no interrogo, pelotudo. Y al Garzo ya no le interesa el robo. Muy dificil para ubicarlo en el market. Lo que le jode- el caño de la .22 parece querer tomar el papel de la bala y traspasarle la base del cuello- es que un chorro de mierda como vos se piense que lo puede cagar asi nomas.

-Pero no...!

-No grites, viejo de mierda! Chau, se acaba acá.

El maton parece tan dispuesto a hacer honor a su palabra que Savater cierra los ojos, pensando quizas por ultima vez que cagada era morir en un cuartucho del Colon despues de todo lo que habia hecho.

Pero el tiro nunca llega. En vez de eso, el ruido apagado de la puerta abriendose de golpe, forcejeos y lo que parece un puño haciendo furioso contacto con una mandibula (el castañeo de los dientes es inconfundible). Savater se levanta con cuidado, los ojos todavia cerrados pera esta vez debido a los horrores de la ***artritis*** atenazandole las rodillas.

-Casi muy tarde, pendejo- dice, girando al fin y dirijiendole una mirada desdeñosa al joven parado en el marco de la puerta. Antonio yacia de espaldas en medio de los dos, un hilo de sangre cayendole por la mandibula entreabierta.

-De nada, viejo- El joven se arrodilla y aparta las piernas del maton para cerrar la puerta. Una sonrisa de complicidad se dibuja en su rostro, levantado hacia su padre.

-Te parece que lo dejemos aca, atado? Podria encontrarlo alguien antes de poder rajar.

-La maquina de cortar fiambres la deje en los otros pantalones. Dale, nene; una mordaza con estos trapos y listo.

El hijo parece decepcionado por un momento, aunque Savater nunca cederia a cualquier loca idea de su aun mas loco discipulo. No despues de lo que paso la ultima vez.

Entre los dos atan al caido Antonio usando pedazos de trapos y una manta sucia que el conserje debia usar para limpiar los ventanales, calculando por el olor. Antes de salir, el joven agarra la mopa se la parte en la cabeza.

-Por las dudas- Aclara frente a la puteada del viejo, tirando la mitad del palo tras de si con aparente indiferencia; aunque se le notaba en los ojos cuanto habia disfrutado de la accion.

-Por las dudas te voy a romper el culo a patadas la proxima que hagas algo sin consultarme- Savater contesta, irritado por la mirada del joven.

El pasillo del teatro esta vacio, los ecos de la orquesta interpretando el Sigfrido de Wagner resonando en los oidos de padre e hijo. Con una leve inclinacion de la cabeza, Savater le indica al otro que lo siga a traves de los alfombrados pasillos y decoradas paredes. La salida de emergencia, habilmente camuflada para no arruinar el estilo del Teatro (por lo menos no a primera vista) esta cerca; tan cerca que, en menos de lo que tarda un monologo de Pinti en asomar sonrisas a las caras de los espectadores, Savater esta asomando la cabeza al frio invernal del exterior.

-Pucha, me quedó el abrigo adentro- Savater murmura, la puerta cerrandose tras de si y su hijo alcanzandolo a la salida del callejon en el que desembocaron.

-Te parece volver al hotel a buscar las cosas, o ya es muy tarde?

Por primera vez, el joven parece genuinamente preocupado. Si Garzo los habia visto aca, no pasaria mucho antes que la mitad de los bajos los estuvieran buscando...

Pero a Savater no parecia preocuparle la situacion en lo mas minimo. Sacando un atado de Camel del bolsillo, extrae con cuidado un arrugado cigarrillo y lo prende con el encendedor dorado que habia conseguido en un bazar barato del Once.

-Nunca es tarde para el Gato, nene.

Y con un guiño, se interna en la creciente multitud de la calle.

Texto agregado el 16-02-2005, y leído por 116 visitantes. (0 votos)


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