Una mañana de un fin de semana.. ¿En dónde se percibe que es un fin? Pues los días y las noches, el calor y el frío, tú, yo, este cuarto, esta cama, todo se ha convertido en una insípida amalgama lela y austera. Cada día trato de cerrar los ojos y extinguir ese cansancio, el trasnocho de no dormir estando a tu lado, y entonces suena el despertador. Sin prisa, sin tiempo, el agua helada solo logra disimular un hastío metafísico. Mientras la cuchara se derrite entre el café tus ojos me observan, sin brillo. Aplasto una mano contra tu cabello húmedo y digo: “No has cambiado nada, sigues siendo igual que cuando te conocí”. Y lo que en realidad digo es: “Siempre la misma mierda” Siempre la misma mierda, y luego del desayuno de dieta acostumbrado, más tarde nos apareamos como habitualmente solemos hacerlo: Como si desayunáramos nuevamente ese jugo desabrido de naranja sin azúcar, comiendo de nuevo porquerías en hojuelas, sin conciencia, sin pasión, sin ganas, sin darnos cuenta que, al igual que al desayunar, hacemos el irrisorio esfuerzo de no mirarnos a los ojos.
Sin amor.
De nada sirve hablar, pues tú estás fumando cigarrillos, recostada a mil millas de mí, en el borde opuesto del colchón. No hay qué decir, y si lo hubiera, sería repetir lo que ya no suena a nada, lo que no tiene sentido. Sería hablar un lenguaje que quizá no entendemos porque está hecho de aire, carece de mensaje. Y si la modorra se acuesta entre nosotros evaluamos más salidas; ¿la televisión? No, porque los viernes es aún más monótona que el coito nocturno. ¿Leer? ¿De qué serviría si es un escape sólo para uno? Trajiste todos tus malditos libros de literatura rara y cursi solo para ti, pues yo soy un ignorante, tal y como tú me lo hiciste notar en una de esas riñas de los almuerzos. ¿Salir de la cama, del cuarto y luego de la casa? No, porque eso sería evidenciar la huída, y tú y yo estamos educados para simular y disimular. ¿Entonces? ¿Caricias? ¿Besos? ¿Palabras de cariño? Jamás, pues es tan aburrido como la televisión, tan excluyente como los libros, y tan hipócrita como vestirme y salir de aquí.
Mejor, sigamos así: En la misma mierda.
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