Ella, recostada sobre el camarote, había olvidado cerrar en su totalidad la cortina floreada de plástico transparente que no permitía mezclarse la sala y el dormitorio... Pude verla. Solo dejó al descubierto su negra cabellera, y el movimiento de su espalda que delató en ella un angustiante respirar, sin embargo siguió así, observando seguramente nuestras sombras deslizarse con soltura por las verdes paredes, y oyendo el volumen de la risa que él nos provocaba... El vuelo de una polilla que graciosamente estrellaba su sedoso cuerpo contra la bombilla de luz nos indicaba con precisión la hora del nacimiento... Era ya la media noche y no teníamos una sola sarta de cuetillos chinos. El humo entró hasta la habitación haciéndose nebulosa. Nos abrazamos sin saber con quién hasta que el espesor de la contaminante bruma polvorosa quedó absorto en nuestras ropas...Mi madre, descalza y en pijamas nos rodeaba con sus largos brazos presionándonos contra su pecho mientras mi padre tras nosotros seguramente la esperaba, sin embargo ella volvió a perderse entre las cortinas...Entonces nos hizo bailar por mucho tiempo mientras siguió vertiendo en un vaso descartable, chorros de champán que nos salpicaba sin medida; el suelo se hizo un gran pozo de alcohol sobre el que mi hermano y yo patinamos torpemente, jalando las cortinas para no caer...Estas se desprendieron de la cuerda que la sostenía y esta de los clavos en que estaban amarradas, sin embargo nos levantamos sin saber si reír o llorar, nos secamos el champán de las mejillas y continuamos bailando mientras una irreprimible curiosidad nos hacía preguntarnos qué podría ser esta vez, tal vez un camión o una bolsa de soldados, quizá una pistola o un robot...Sin embargo un solitario panetón se dejaba ver sobre una silla en un rincón de la pequeña sala...-¡Sigan sigan...A ver, quién baila mejor!-...Y el coro: “Fuma el barco, fuma el barco”, se repitió hasta que todos nos quedamos dormidos...