Las mañanas, siempre,... Hablan en susurros; voces que corren al ritmo de tu respiración, hablan poco, nada, mucho... Encuentran su escencia. Al escuchar, hallan tu voz, en viva naturaleza. Y te escuchan. Quiebran sus cuerpos, las voces. Disfrutan con alma y poesía, un latido de existencia. No vacilan, no huyen. ¡Están atentas! Ríen... Delicadamente rozan la melodía, aquella alegría; y esa tonada, y esta armonía. No me confunden. En sus oídos reposa mi fuerza, en su mirada... Paciencia. Cándida, así se acerca. Una faceta de silencio. Giros, pasos y más pasos. Oyelos danzar libres. No quieren limosna, sólo juegan y viven para jugar. Generan mi inquietud. Una caricia, un beso... y tu presencia. |