Los abuelos de Socorro ya a vísperas de celebrar sus bodas de oro, anuncian un viaje de 1 año al viejo mundo a sus raíces españolas y francesas, Barcelona, Madrid, Paris, y Nice eran sus destinos, invitando a toda la familia, todos sus hijos y esposas, nietos, nanas, y bueno casi hasta el perro de la casa, por barco era la travesía de un mes, por el Puerto de Corinto se embarcarían, en la costa Atlántica del país.
Socorro me relataba sonrisueña y llena de alegría lo poco que se acordaba del viaje en barco. Cuenta que era un barco grande y colorido, lleno de muchas cosas que la intrigaban y asombraban a la misma vez, como la presencia de un circo y todos sus miembros, que me imagino que para una niña de la edad de Socorro en ese tiempo, unos 7 años, habría de ser un barco de locos, y con muchas cosas sucediendo muy rápido para que Socorro las entendiera.
Socorro me cuenta que lo mas impresionante del viaje y del barco fueron las numerosas jaulas con una variedad insaciable de animales, majestuosos leones, escurridizos leopardos, enormes elefantes, y bueno ya se pueden imaginar aquello era un zoológico a bordo de un barco, y Socorro asombrada mientras toda la familia disfrutaba de la travesía, paseándose por la cubierta, tomando el te a las 4 de la tarde, y asistiendo a exquisitos banquetes de gala por la noche mientras Socorro se quedaba acompañada de sus hermanas y primos a cargo de las nanas.
Primero, llegaron y regocijando de alegría por estar en Barcelona, bella cuidad donde el catalán es dominado por la mayoría de gente al contrario de Madrid en la cual se habla español. Visitaron mil y un lugares de ensueño y Socorro se deslumbraba ante tanta belleza colosal. Era una familia bien estudiada y gustaban mucho de la cultura, el museo de Picasso fue fuente de arte y emociones.
Los abuelos y otros adultos de la familia asistían a presenciar las grandes obras que eran taquilleras en el gran teatro del Liceu, el cual sucumbió ante un gran incendio en el 94. Y era rutina de todo los Domingos y dedicado a los niños de llevarlos al Parque Guell, y los niños felices corrían y jugueteaban por todos los rincones del parque, mientras Socorro ingenua a las jugarretas de sus hermanas y primos, alimentaba a las palomas de castilla que se amontonaban por bandadas para que Socorro les diese de comer.
Socorro me relataba con escasa memoria por haber sido su viaje hace mucho tiempo y saltando de lugar en lugar y de escena en escena, confundiéndome por momentos, ya ella no se acordaba de su estadía en Madrid y con escasa memoria de Paris, ya solo de un momento ella se acordaba, que probablemente su madre le había relatado en su adolescencia.
Hospedados en un hotel en la Rue du Rochechouart cerca de Rond Point des Champs Elysees, como todo latino americano aseado, era de esperarse que todo ellos todos los días han de tomarse un baño, aunque este estaba helado como las aguas de Alaska. Uno de los tantos días, la recamarera o encargada de la limpieza de las habitaciones, se mostró sorprendida o mas bien aterrorizada de ver que todos los días la bañera estaba mojada por alguna oscura razón! Hasta que no aguanto de morderse la lengua y preguntar que obsesión y obstinación de mojar la bañera?, ella quedo mas que friolenta cuando se le respondió que si!, que todos ellos tomaban baños diarios como era de esperarse, la pobre mujer algo avergonzada exclamo, nosotros los parisinos solo nos bañamos una vez a la semana, el agua es demasiado fría para soportarla todos los días.
Y Así seguía Socorro contándome, mientras nos tomábamos unos tragos de ron con coca que tanto le gustaba tomar antes del almuerzo, y como era de esperarse que le gustasen a ella ya que era accionista de la Nicaragua Sugar, patrimonio que sus padres y ancestro le habían heredado.
Ya es Primavera y todo verde incandescente, tulipanes, y gardenias florecían en bellos campos y jardines encantados de el Puerto, Ciudad de Nice o Niza si lo prefieren así. Socorro atendía a clases de francés en un Colegio Privado de la cuidad, el cual desconozco el nombre, pero cuenta que era maravilloso lleno de niños por doquier que miraba, el colegio era de monjas claro, sus padres no pensarían en mandarla a otro lugar si no tuviese monjas, con lo católicos que eran!.
Cuenta Socorro que lo mas que le gustaba a ella hacer en la hora del recreo era salir al patio, en el cual había un peculiar árbol en el centro que tenia un gradería, pero lo que le atraía a Socorro de este peculiar árbol era que en el habitaban por millones, mariquitas vestidas de negro y rojo que la buscaban para jugar a la hora de su recreo.
Socorro nunca había aprendido a nadar y sus padres ya que estaban en la costa azul, en un puerto y una cuidad llena de morena playas, creyeron que era tiempo que ella aprendiese a nada, aparte de que estaban en el lugar adecuado, procedieron a buscar con esmero un instructor de natación! Sus clases de natación daban lugar en el puerto de la ciudad y el gran Mediterráneo, allí la chiquilla tenia cita con el agua y su profesor que despiadadamente la tomaba en brazos y sin titubear la tiraba al mar, y Socorro chapoteaba en un intento desesperado y agotador por quedarse en la superficie, y hasta que ya no daba mas la pobre niña, el profesor se lanzaba como un alcatraz al agua a sacarla o mejor dicho a rescatarla! Y así Socorro aprendió a nada en el Mediterráneo o mas bien como ya dije a no ahogarse.
Y así Socorrito ya era toda una Francesilla, aprendió francés, y a nada en el Mediterráneo, que mas la pequeña Socorro podría aprender, sin dudar mil y una cosas mas, pero el tiempo se extinguía y era tiempo de regresar a Nicaragua con toda la familia después de un largo viaje.
Socorro regresaba al país y con ella todas las experiencias y memorias que ella nunca olvidaría, claro que no! Yo estoy aquí narrándoselas a ustedes!!.
Ya Socorro crecía y se convertía de una simple niñita a una señorita que mas tarde se cristianizaría en una mujer de conocimientos extraordinarios, en una mujer exquisita e irresistible.
A continuación............................
©® Karolina Arévalo |