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Las campanas de la iglesia resonaban sin parar, anunciando la misa de las seis de la tarde.

La plaza estaba totalmente desierta, no había ni una sola paloma. Sentado al borde la fuente de agua, se encontraba un joven de aproximadamente 22 años, de ojos azules llenos de soledad, de tez blanca, como la nieve, de cabello rubio y vestido simplemente con un Jean desgastado y una vieja remera celeste cielo.

¿Qué hacía yo aquí?, lo que hacía era dar una vuelta, para salir un poco de mí casa.

Perdónenme, pero no me presenté, mi nombre es Minerva, tengo 17 años, ojos marrones claros, de estatura bajita para mi edad, de piel tostada y cabello negro.

El joven de la fuente de pronto me miró y despaciosamente se levantó y se dirigió hacia mí. Lo observé y fui dando lentamente tres pasos hacia atrás. Pero en un abrir y cerrar de ojos, lo tuve enfrente mío, él me extendió la mano, yo acerqué la mía temerosamente y vi que sus ojos azules se iban transformando en verde agua con el reflejo del sol.

- Hola- me dijo tímidamente
- Hola, soy Minerva – le respondí sin titubear, a pesar que estaba sumamente nerviosa
- Yo soy Joshua, ¿qué haces por aquí? Creí que solo era el único


- ¿Por qué? – le pregunté mientras seguía observando sus ojos
- Ya sabes, la mayoría de las personas a está hora están dormidas
- Sí, yo solo quería dar un paseo
- Está bien
- ¿Eres nuevo? Nunca te había visto
- En realidad no


Dejé de mirarlo y me percaté de que nadie estaba en la misa y que no había gente transitando las calles, era raro ¿que sucediera? De pronto volví a mirar a Joshua, que de a poco empezó a retirar su mano de mi hombro, lo volví a mirar directo a los ojos, él también lo hizo y de pronto desvió su mirada como asustado y dijo:

- Deberías irte
- No entiendo, ¿por qué tendría que hacer eso?
- Porque este ya no es tu mundo, ni siquiera sé que haces aquí


No le respondí y pensé en que estaba loco, iba a decirle algo, pero de pronto empecé a sentir aleteos, pensé que serían las palomas, pero en realidad eran aleteos de cuervos. Me incorporé de la banca rápidamente, pensé en que nunca había visto cuervos en la plaza, era muy extraño, pero al parecer Joshua no se percataba de nada.


- ¿Lo ves? , este no es tu mundo- me lo dijo en tono algo tétrico
- No entiendo ¿en dónde estoy?, ¿qué hago aquí?
- A las respuestas las tendrás luego, ahora ven conmigo


Lo seguí, sin preguntar a donde nos dirigíamos y comprobé que no había absolutamente nadie.

De pronto las nubes se pusieron grises y se empezaron a prepararse para llover, me estremecí y me atreví a mirar a Joshua, que seguía guiándome.

Llegamos a una pequeña casa, con un aspecto antiguo y rústico. Él abrió la puerta y me hizo pasar. Por dentro era totalmente distinta, todo el decorado tenía un estilo artístico, desde cuadros, hasta esculturas. Me hizo sentar en un sillón y me dijo:

- Espérame

Estuve sentada allí aproximadamente unos diez minutos, pero para mí, me parecieron horas, no solo porque no tenía ni idea en donde estaba, sino que ya tenía algo de hambre y debía hacer otras cosas.

Al rato regresó, me observó de tal forma que me hizo poner algo incómoda y luego se sentó a mi lado.

- Minerva, tú ya estás…

Otra vez calló y unos fuertes truenos resonaron en el cielo, y seguidos de estos empezó a llover de manera violenta, acompañada de fuertes vientos.

- ¿Qué me ibas a decir?
- Al parecer aún no es tiempo, así que relájate un poco y… ¿quieres tomar algo?
- No, estoy bien


Qué le sucedía a Joshua? ¿Qué estaba pasando en este lugar? Las preguntas eran muchas y no había respuestas.

De pronto empecé a oír voces provenientes de las calles. Me asomé a la ventana y vi a mucha gente caminando hacia una misma dirección y… de pronto Joshua me tapó la vista con las cortinas.

- ¿Por qué hiciste eso?
- No deberías ver aún hacia donde van
- ¿Por qué, qué sucede? ¡¡Dímelo por favor!!
- Está bien, pero iremos despacio

¿Despacio, a qué sé refería?

- Oye ¿recuerdas el día de ayer?
- Ayer, he… yo…


De pronto me di cuenta de que no lo recordaba, empecé a intentar remontarme a días pasados y nada, ¿qué me pasaba?, no entendía nada.

Me incorporé rápidamente y noté que todo empezaba a girar de manera muy rápida a mi alrededor, y sin darme cuenta me desmayé.

Desperté en una habitación de color lila, con un placard del mismo color de las paredes, una mesita de luz y una lámpara hermosa que colgaba del techo. Miré a mis alrededor, no vi a Joshua, pero pronto empecé a oír pasos.

El entró luciendo una mirada extraña y algo preocupada, me dio un baso de agua y luego me dijo:

- ¿Estás bien?
- Eso creo, sabes… yo… no logro recordar nada
- Lo suponía
- ¿Por qué, yo te conozco?
- Claro que sí



Me levanté rápidamente de la cama y lo miré horrorizada, ¿cómo era posible que no lo recordara?

- Minerva, ¿no te acuerdas de mí? Soy yo Joshua, TÚ NOVIO
- Pero… pero…
- El accidente fue ayer, ¿no te acuerdas?


De pronto deje de oír su voz y miles de imágenes fueron pasando por mi mente. Recordé el día anterior, el terrible accidente automovilístico, a Joshua que no paraba de decir con terror que los frenos no funcionaban, el camión acercándose a toda velocidad por la carretera, mientras nos tocaba bocina, las últimas palabras de él – “Nos volveremos a ver, sé que así será”

- Minerva, ¿estás bien?
- Joshua, yo estoy muerta y tú también ¿verdad?
- Sí, quería decírtelo de otra manera, pero no sabía como, perdóname
- No, está bien ya recordé todo
- Yo… pensé que te habías salvado, fue por eso que te pregunté que hacías aquí y te dije que este no era tu mundo. Pero en cuanto me dijiste que dabas un paseo y todavía cuando te presentaste, deduje que por alguna manera habías perdido la memoria y creías que aún vivías, tal vez pasó eso por que morimos de una forma muy trágica.
- Qué pasará ahora
- Ahora tenemos que irnos, como esas personas que veías que iban en una misma dirección, nosotros debemos ir con ellos
- Pero ¿a dónde?
- No te preocupes, cuando lleguemos lo verás
- Está bien


Lo miré a los ojos, ya no parecían llenos de soledad, ahora tenían un aspecto un poco feliz.

Él me agarró de la mano y nos dirigimos hacia fuera y seguimos a las personas que seguían yendo a una misma dirección.

No sabía que pasaría, pero de alguna forma, sabía que lo tenía a él a mi lado y con solo saber eso ya me sentía un poco mejor.


FIN

Escrito por Melisa Gómez Astorga

Nota de la autora

Hola soy yo otra vez, les comentó que esta historia nació gracias a que leí “Ómnibus” de Julio Cortázar, la cual me dio una gran inspiración para esta narración. Ya que en ese cuento al parecer los protagonistas no saben que están muertos, si me equivoco que Julio Cortázar me perdone.

En fin a mi me gustó mucho esta historia, y espero que a ustedes también, me despido.

Melisa 1/9/04

Texto agregado el 14-02-2005, y leído por 171 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-08-2005 Me gusto tu historia, te quedo muy bien, debo decir que me sorprendí al saber que ambos eran fantasmas, pero cada uno escribe a su manera y eso es lo que importa, mis estrellas... Naty15
26-02-2005 A mí me encantó tu historia. Me atrapó desde el comienzo. Es una suerte que ellos se encontraran “del otro lado”. Cuando uno queda atrapado en un mundo y el otro en “aquel” es triste pero si alguno queda en el mundo de los vivos, ése debe superar el momento porque Dios lo quiere allí por alguna razón. Bueno, te felicito tu cuento está bien narrado. Tienes mis cinco. joaqledo
 
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