Detestaba las fechas que la sociedad había catalogado "de guardar", miraba con desagrado las vitrinas de los comercios que llenaban Metrocentro, los miles de corazones, osos, cupidos y demás artilugios capitalistas para comercializar con los sentimientos. A pesar de eso no se amargaba y de vez en cuando se sorprendía con una sonrisa o con un suspiro o un anhelo; es tan imposible resistirse a la vorágine del consumo, al ambiente, aunque corrompido, de felicidad y bienestar que se respira, si bien es cierto no tan fuerte como en Navidad, si lo suficiente como para que el olvido la abrazara por no sentirse aceptada, rechazada de la fiesta del tal San Valentín del que nunca había escuchado milagro alguno.
Sabía lo que iba a pasar y a pesar que intentaba resistirse, se sorprendió lo fácil que era vencida esta vez. Se sintió desdichada por no tener a nadie con quien compartir el día, de por sí lo suficientemente deprimente por ser lunes.
Se lo había repetido mil veces, y lo sabia de corazón, que ese no era un día consagrado a la amistad sino al consumo y a veces a la hipocresía, detestaba que en el trabajo la obligaran a jugar “amigo secreto” y regalarle por obligación una muestra de falso afecto en forma de presente a Juan (¡quien le había tocado dos años consecutivos!) con quien solo cruzaba las frases de cortesía cuando lo encontraba por casualidad en el oasis o en la cafetera.
Sí, lo sabia de corazón, pero, ¿por qué se sentía abrazada por el olvido? Tenía amigos, unos dos o tres que no veía desde hacía meses, ¿tenía amigos?, bueno siempre esta la familia, aunque en ese momento la sentía como un vínculo de compromiso.
Detestaba en verdad estas fechas de exclusión social para las minorías (que en verdad son la gran mayoría) que se siente infeliz o sola, y que se engañan mostrando su máscara de alegría aun para extraños con tal de no pertenecer a los excluidos.
A fin de cuentas el romance de ésta fecha, pensó, es entre el capital y mi bolsillo, y aun muy contra su pesar, suspiró profundo y entró a la tienda de la vitrina más cursi y animada, dispuesta a prostituirse en una gran orgía de consumo.
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