Quiero dar gracias, es un sentimiento que por mucho tiempo guardé, inconsciente en el seno de mi propia existencia. Gracias porque a pesar de las impresiones, algunas ricas en espíritu, otras hasta cierto punto denigrantes en este trayecto febril; de toneladas de sonrisas y toneladas de lagrimas. Y cierto es que soslayados deseos imperan en mi aclimatado corazón cuando siento los vestigios de un amor eterno que me invaden con una delicadez divina.
Desde la primera bocanada de oxigeno hasta el odio mas viril del hombre; sórdido e implacable, por todo estoy profundamente agradecido. En otras palabras, por el mar y sus aguas, aunque algunas entrañen el fruto de abrazos que nunca fueron correspondidos. Hoy las abrazo.
Y surge en mí esta chispa, este fresco entreacto libertino, en su propia forma, al recoger la esencia que hoy se debate entre estar de cara al viento o ser empujado un poco más alla de estas flores del perfecto amor, que prometieron ser fértiles mas brotaron mezquinas.
Pido perdón por tantas disgreciones, oh cielo, paraíso amor. Tantos cambios, paseos divergentes entre la luz y las tinieblas. Cuan confuso fue. Motivado por perlas de lujuria, enceguecido fue mi corazón.
He vuelto a ver, en lo primal del fuego, el que quema por dentro, retazos de mi prosaico destino. Confinado de las trampas infernales de mi alabanza propia. Y por la entrega, de estos sentimientos de amor y gratitud hacia todo lo que existe, cincelado soy con mi propia verdad en el habitáculo de mi alma.
Paz. |