Espero llegar, y cuando tenga tu boca en mis labios me sepas diferente de como lo imagino impaciente, tocarte despacio impaciente, mientras te envuelva ese azul absurdo que te acompaña de vino deseo latente.
Como cuando te ví deslumbrante y voluptuosa, risueña y sonrojada llamandome hermanito, lo cual afortunada y certeramente no soy, porque de lo contrario no podría hacerte el amor llegado un día y ocasión presente.
Te pienso condensada sobre mi piel, te siento alterado dentro de mi ser, y ni siquiera he llegado todavía. Siendo mi consuelo inacabado llegado el día y encuentro sea el más esperado, en que no mires por el rabillo cerrando las enormes ventanas que me regalen tu sonrisa, protejeme, rodeame y sacame de mi estado autista y somnoliento, aceptame a mi vuelta a sabiendas de lo que espero de tí y esperas de mí, pero respirame hondo, feróz y rápidamente para llenarte de mis ansias por morderte.
Piénsatelo muy bien, que estando en el más he aprendido mil formas de salir a flote, y conociendo la lluvia me he mojado hasta el aliento, con tu ayuda, aferrandome a la idea de que si esto es el preludio, este introito me saldrá a cuenta de cuanto debo pagar por el precio de tu compañía hasta el desenlace de nuestros sueños idos, cuando me arroje el viento frío del lado tuyo, y me despida como los niños de su madre al volar al cole del que me escapaba tras cinco años de respirar sin conocerte.
Se cumplió el designio de las brujas del medievo que llevamos por madres los hijos jurados y comprometidos, espero tengan razón la sirena y la bulimia, la gorda y la vegan, el caspo y el canceroso, suerte para los menos de todos los males que coincidieron y te rechazaron aceptandote por medio de la mezquina y enferma visión ligera.
Dime que me quisiste llamar pero no pudiste afrontar el miedo, y mientras todos los ojos te miraban esperarme antes muerto, y cuando se cristalice nuestro encuentro, tan solo me beses por vez primera, esperame, que voy en tu busca por el desierto lleno de gente que no mira cuando paso gritando tu nombre.
No moriré, no sin antes darle la razón al tiempo. |