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Aventuras y desventuras de los hermanos Rodrigo.

Mientras Juan, el carpintero, y Luis, el fontanero, seguían con sus trabajos en Puerto Rico, el mayor de los hermanos, Rodrigo, tras varios años de duro
trabajo se tomó un mes sabático que aprovechó para hacer realidad uno de sus sueños, una ruta por la región vinícola de La Rioja, cuna de los mejores vinos tintos de la vieja España, el mes ya había pasado y ambos lo esperaban con los brazos abiertos. Al verlo entrar por la puerta tuvieron que echarse a reír, los colores de sus mejillas le hacían parecerse a la pequeña Heidi pero con pelos en el pecho. Tras los abrazos decidieron ir a la taberna de Falele en el puerto, allí Rodrigo comenzó a narrar sus aventuras y desventuras en la tierra del vino...
 
- Ayy hermanitos, que cosas pasan, ha sido un viaje maravilloso, pero ocurrió algo que os voy a contar y que espero no salga de estas cuatro
paredes. Todo iba chévere hasta que el segundo día nos llevaron de visita a una bodega, enorme, un paraíso para el amante del buen vino, decenas y
decenas de pasillos lúgubres con centenares de barricas de roble americano y estanterías plenas de botellas recubiertas del polvo sabio que hace de esos vinos el mayor tesoro del dios Baco. Como soy tan despistado me paré a observar unas botellas y cuando quise darme cuenta el grupo se había
marchado, por más que recorrí los pasillos me fue imposible encontrarlos y tampoco era cosa de ponerme a dar voces, así que decidí hacer la ruta por mi cuenta y claro, de tanto andar y andar me entró una sed terrible, agua no había... Que mejor para apagar tal sed que esos caldos tan divinos, me
agencié un par de botellas cosecha del 72, ¡sublimes hermanitos!, de un color rojo intenso, de nariz franca y afrutada, tras el ataque afrutado se
quedaba fresco en la boca, con una acidez fija muy equilibrada y un final largo y persistente, yo diría que ideal para acompañar carnes y guisos
especiados.
 
- ¡Vamos, que te tragaste las dos botellas! - dijo Juan en tono socarrón-
 
- Bueno... En realidad fueron cuatro.
 
- Joé quillo, ya te vale, sigue porque seguro que ahí no acabó la cosa...-Luis quería tirarle de la lengua-
 
-Es a lo que iba y que tiene que quedar en absoluto secreto. Con tanto vino y tan bueno mi vejiga dijo hasta aquí he llegado, así que busqué un aseo donde dar salida a las fuentes del Nilo, pero chicos, nada de nada y como el vino se me había subido a la cabeza no tuve otra ocurrencia que quitar el tapón a una barrica y meter la minga para desaguar, eso si, me fijé en la fecha de la cosecha para no volver a tomar en ningún sitio vino de ese año, menudo vinagre de vino iba a salir de esa barrica.
 
- Jjajajajajajajajajjajajajajaj - Juan y Luis reían mientras sus lágrimas caían por sus también sonrosadas mejillas-
 
- El caso hermanitos es que a mitad de tan larga meada apareció el grupo de la visita con el guía, y allí me encontraron, con los pantalones bajados, el
culo al aire y la minga metida en la barrica, me dijeron de todo, guarro, degenerado, bárbaro... Una señora del grupo, bien fea, me preguntó qué
diablos hacía y con la alegría del vino se me ocurrió responderle que era un milagro, que se me había inflamado un cojón y había tomado forma de barrica.
 
- ¡Joder Rodrigo, no se te puede dejar solo, la próxima vez nos vamos lostres juntos para controlarte, por ejemplo a Madrid, eh ¿qué os parece?- dijo Juan mientras guiñaba un ojo a Luisito-

 Habían perdido el sentido del tiempo y los otros sentidos andaban haciendo equilibrios entre risas, vino y virutas de jamón. Los dueños de la taberna acostumbrados a horarios extraordinarios iban a sus cosas, ajenos a la algarabía.

-Rodrigo, ¿qué fue de aquel noviazgo que tuviste con una azafata de Iberia?

-Fue un idilio corto. Lo que pasa es que yo os conté más de lo que sucedió. Mantuve esta historia durante tiempo porque era la manera de que no me pusierais los dientes largos cuando me hablabais de vuestros amoríos.
Comenzó en el aeropuerto de Servilla. Una azafata corría desesperada seguramente porque perdía el vuelo, cuando un paquetito que llevaba bajo el brazo le cayó al suelo. Al verla tan agitada, con su maleta de viaje, con sus tacones, con su gorrito, con su faldita ajustada, y con unos pechos que se salían de la blusa, me sentí conmovido y me arrojé violentamente al suelo para coger el paquete, al modo de los mejores jugadores de rugby. Ella se quedó parada, y yo le entregué el paquete junto con una sonrisa y una mirada que la debió taladrar. Siguió su camino después de dedicarme una sensual sonrisa y una mirada de garza que me robó el corazón, y yo continué en la cola, hasta que me tomasen el ticket de embarque.
Cuál fue mi sorpresa al verla gesticulando con sus bracitos, mostrando a los pasajeros el modo de colocarse el salvavidas en caso de emergencia.
No perdía nada y sí podía ganar al acercarme a la cola del aparato donde tenían el mini-bar, y aprovechando que estaba sola preparando bandejitas, le tiré los trastos de matar.
La nena se colgaba de mi mirada y se columpiaba en mis palabras con risas que le llegaban desde la garganta hasta el estómago pasando por esas mediaslunas que se agitaban convulsas, y despertaban en mí toda mi ferocidad. Quiso ponerse seria una vez, cuando el avión vibraba con fuerza diciéndome que me fuera al asiento, pero lo decía más con la boca que con el corazón.
Aprovechando uno de los baches, y poniendo cara de susto, me amarré a su cintura, y os juro que su perfume y la ternura que flotaba en su pecho casi me hacen flojear las piernas. Le dije que podía poner dos vinitos en esos vasitos de plásticos tan poco ortodoxos, a lo que accedió. Entre vinito y vinito, y cachitos de queso, primero una mano aquí, luego otra mano allá, ella que se dejaba, y yo que quería, caímos en un torbellino de pasión arrebatada que nos llevó a metro y medio de allí, el WC de cola.
Ya sabéis lo pequeños que son esos lavabos. Pues cabíamos perfectamente. En un santiamén perdimos lo que sobraba y ganamos lo que faltaba. Yo me senté sobre la tapa y ella se sentó sobre mí. El avión, con sus turbulencias y baches, puso el movimiento, y aprovechando el hermetismo del cubículo gritamos como poseídos en los últimos estertores de un orgasmo de Airlines.
Recompusimos nuestros atuendos y abrimos la puerta. Los coloretes de nuestras caras palidecieron en el acto al ver que nos observaban en cola un obispo, con su cruz de oro en el bolsillito de la chaqueta, una monja clarisa de uniforme, dos azafatas y una señora gruesa cuyos ojos parecían dos migas de pan.
Salimos mirando hacia el techo del aparato con elegancia, haciendo caso omiso de sus gestos inmisericordes.

-¡Jajajajaja!!! ¿Tuviste bien cerca de tus ojos sus cantaritos de miel para saber si eran todo lo que parecían? –inquirió Luis con la boca llena de jamón.

-Con los saltos del avión y los nuestros, bailaban ante mis ojos en un ritmo frenético y yo abría la boca desesperado para agarrarme alguno de ellos pero se escurrían... jajaja!!!

-Yo creo que esa historia merece un buen brindis -dijo Juan alzando su vaso de Rioja- ¿cómo se llamaba la aviadora?

-Remedios.

-Nunca le pudieron poner un nombre más apropiado, además en plural, porque no pienso que fueses tú el único al que remediase. Brindo por la Remedios, por sus tetas como puertas, y por una boca abierta que está intentando cazar sus pezones volanderos. –proclamó Juan con el vaso en alto-

Juntaron sus vasos en el aire con euforia y bebieron. La noche proseguía, y las historias no cesaron hasta la madrugada, cuando ya ahítos de jamón y buen vino, enlazados por los hombros para evitar traspiés, emprendieron rumbo al hostal.

El gélido aliento madrileño del amanecer limpiaba humores y sostenía risas, mientras los primeros rayos del sol soldaban esos brazos sobre los hombros.



Texto agregado el 14-02-2005, y leído por 334 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
06-04-2005 Me he divertido muchísimo con vuestras historias, trio de tres cabezones y peludos. Os felicito por tanta calenturienta imaginación y esa capacidad de relatar. Felicidades, reitero. tobegio
16-02-2005 Soberbio relato, la escena del WC es estupenda, muy bien recreada en un momento grandioso a la vez que constreñido. Si se llamaba Remedios, creo que no es de Iberia, es de Ghost Airlines....¡Fastasmas beodos!, mis cinco Js para vosotros. Alejandro_1007
14-02-2005 Trío de chiquillos mal criaos!!!!! Mis estrellas pa los tres. anemona
14-02-2005 Rodrigo sigue bebiendo de ese maravilloso tempranillo y llorando de la risa. No pudo agarrar una teta, pero de que la mordió, la mordió... jajaja rodrigo
14-02-2005 Excelente, me faltaba esto del "orgasmo de Airlines" este si que es nuevo, lo anotaré. Felicitaciones y van mis 5* jorval
14-02-2005 el vino que tomaron en el avión seguro que era de la cosecha meada. por eso tanta pasión. sinapsys
14-02-2005 Que bonita historia!!!. Besitos y estrellitas. Maira. maira
14-02-2005 Tan buena como la primera parte. Se me ocurre que esto podría ser una novela. ¿No lo habéis pensado? margarita-zamudio
 
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