Me muero por un beso de esos largos de ésos que se entregan sin apuro y devoran al tiempo en el oscuro. Con paciencia y respeto te he esperado. En silencio, mi alma ha soñado el dichoso momento en que decidas tomar la iniciativa y acabar con la espera de mis labios. No te quiero –lo sabes- por tu boca; te quiero por quién eres, porque causas cosas maravillosas en mi alma. Pero esta pasión -que tú provocas- me ruega que te ruegue por los besos que me faltan. Por eso este Soneto.
Texto agregado el 13-02-2005, y leído por 103 visitantes. (2 votos)