Los cuernos, cornamentas, astas o como queramos llamarlos dan siempre mucho de que hablar, según el diccionario, la cornamenta sería “el conjunto de los cuernos de algunos cuadrúpedos como la vaca, el toro, el venado y otros animales ”, podríamos hablar de su composición, forma, evolución, para que sirven, su muda... Claro que este que les habla no es biólogo, ni zoólogo ni nada que se le parezca, así que de ese tipo de cuernos no sé mucho más de lo que ustedes, estimados lectores, puedan saber. Por otro lado, el diccionario tiene otra definición de los cuernos, que es la siguiente “cuernos imaginarios, símbolos de la infidelidad de uno de los miembros de la pareja hacia el otro, y que lleva el que ha sido engañado”, de estos cuernos sabemos más que de los otros, no porque sean ustedes unos cornudos o cornudas( alguno lo será, con perdón), me refiero a quien más o quien menos conoce a alguna a persona que los ha sufrido en sus propias carnes. Es un tema que se toma demasiado a chiste, pero es muy serio, fíjense que la segunda definición los llama imaginarios pero al mismo tiempo afirma que los lleva el que ha sido engañado por su pareja, en qué quedamos, si son imaginarios no se llevan puestos, así que se puede decir con toda certeza que los cuernos fruto del engaño son tan reales como el aire que respiran ustedes y yo mismo en este instante.
Los cuernos son tan antiguos como las putas aunque ellas no tienen nada que ver, ahora me estoy acordando de un tal José que vivía por Palestina, pobre hombre, desde luego prefiero que me los ponga un amigo a que sea una paloma. Pero no me quiero desviar del tema, el de la seriedad de los cuernos, no se rían nunca de un cornudo/a, usted puede ser el próximo y verá la gracia que le hace. Una vez hecha la faena y con la cornamenta bien colocada existen dos opciones, llevarlos con dignidad( no lo confundan con orgullo que tampoco es para eso) o portarlos de manera indigna. Un cornudo digno lo reconoce y no agacha la cabeza, más que nada porque no le pesan, el cornudo indigno bufa por las narices y va dando cornadas a diestro y siniestro, además le huelen los cuernos a quemado lo que le hace no pasar desapercibido y todo el mundo le señalará con el dedo diciendo “mira, ahí va el cornudo” y alguno con mala leche al pasar le dirá “ole” y sacará el pañuelo para darle dos pases y una estocada...
No hagan caso de esas leyendas urbanas que cuentan que en las casas de los cornudos los techos están arañados, es falso, también es mentira que los que tienen un automóvil descapotable son cornudos seguro, mentira también. Hay que hacer un alegato a favor de los cuernos, gracias a ellos tenemos la cultura cristiana, las casas reales, los ascensos en el trabajo, las boutiques de moda, las telenovelas venezolanas y muchas cosas más, ahora eso si, que quede claro, como me los pongan a mi me cago en los muertos de todo lo que se menee.
Luis Barrasa Martínez(Barrasus) Sevilla 13 de febrero de 2005
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