No... no olvidaré la aureola que dibujaste en mi pecho, sé que no me devolveras el rocío de mi aliento (etéreo, de pasión y despedida sin fin. Algo de mi te quedará y algo tuyo me quedará para siempre (al menos para mi...) no.. no deseo despedirme ... te amo ¿amo? seguro te recordaré para siempre. La aureola que estigmatizaste en mi pecho, tal vez el tan. tan de mi corazón oliento a harapos de calentura carnal hasta el fin de tus días. Ya respiro el álito nauseabundo de un amor agónico..... deseo despedirme, antes de comenzar a obsesionarme.
Texto agregado el 13-02-2005, y leído por 113 visitantes. (0 votos)