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Caía el año 2365, la base secreta de la resistencia se hallaba totalmente llena. Se encontraba toda la gente proveniente del hemisferio sur, sobrevivientes que quedaban, todos reunidos en un mismo lugar. Podrían pensar que no hay lugar suficientemente grande para contener a tantas personas, pero, con tanta guerra, la población mundial había disminuido un 99.99% de lo que era hace más de 300 años atrás, especialmente en el hemisferio sur, donde no quedaban más de cien mil personas. El problema era que los del Sur, sabiendo que no tenían más esperanza de vencer a los del norte en esta guerra, la cual había durado más de 120 años y había comenzado con el asesinato del gobernador del Sur, lo que más se proponía era rendirse y admitir la derrota, aunque no estaban seguros de que los del norte la aceptarían. Pero en cambio, a otros, eso no les preocupaba en lo absoluto, tenían en su mente un problema mayor: la supervivencia de la raza humana.
- ¡Tenemos que rendirnos! - decían unos - O de otra manera, todos moriremos.
- ¡No! - decían otros - No nos servirá de nada rendirnos para poder sobrevivir si luego nos extinguiremos. Tenemos que buscar una solución para evitar esta catástrofe.
- Pero si nos rendimos, podríamos juntarnos con los del norte y así restablecer la población mundial - comentaban algunos.
- No nos serviría de nada, puesto que este proceso se demoraría demasiado tiempo - exclamó otro.
- Entonces, qué solución propones... - dijo uno un poco alterado, en un tono muy fuerte.
Todos se callaron y no hubo ninguna respuesta.
- Exacto, no hay ninguna otra solución - tomó algo de aliento y prosiguió - La única manera que queda de salvarnos a nosotros y a la raza humana es rindiéndonos. No hay otra alternativa...
- Sí la hay... - dijo una voz de mujer, cada vez más despacio.
- ¡Cállense todos! - dijeron algunas personas - "La Líder" va a hablar.
La líder; era la jefa de la resistencia, no había persona más poderosa que ella en todo el hemisferio sur.
Después de eso, todos se callaron y nadie hablo más. Pasado un corto rato, "La Líder" prosiguió.
- Bueno, como les iba diciendo - dijo con voz temblorosa, pero cada vez más decidida -, sí hay alternativa , no de solo salvar la supervivencia de la raza humana, sino de también, lograr que esta guerra no se genere, y así restaurar el bello ecosistema que se ha tratado de cuidar por más de 300 años... - Hizo una pausa y luego prosiguió -. Lamentablemente, de la forma en que lo podríamos hacer, cambiaría totalmente nuestro presente como lo conocemos... - vio las caras de las personas que allí se encontraban y suspiró -, sí, esa es la única forma que hay.
Hubo unos suspiros de asombro, en todo el lugar se escuchaban quejas y comentarios, hasta que un joven algo distraído pregunto:
- No entiendo. ¿A qué se refieren? - preguntó ignorantemente.
Hubo un silencio total.
- A viajar en el tiempo, imbécil - le respondió uno que estaba a su lado.
Nuevamente hubo suspiros y quejas de algunos que tampoco habían entendido.

Después de eso, y sin importar las quejas que hubieran, se puso en marcha un plan que consistía en que sería escogida una persona para que viaje en el tiempo y evite la muerte de ese importante personaje. 101 personas postularon para la difícil misión, pero solo una pasó todas las pruebas y logró clasificar. Ese era el elegido para tan importante tarea, y estaba en sus manos el poder de salvar la existencia de la raza humana.
Al día siguiente de su clasificación, se preparó para su viaje, le dieron todas las indicaciones - pero de eso se hablará más tarde.
Para un viaje en el tiempo se tenían que hacer muchos preparativos, puesto que se debía calcular el lugar al que debían llegar, por que al retroceder en el tiempo, la tierra seguía girando, pero el aparato no. Por suerte, esos preparativos se habían hecho mucho antes de esto pasara.
Luego de entrar a la cápsula - la cual era ovalada, como un huevo y sin ninguna ventana, solo la puerta, en la cual apenas cabía una persona - y de confirmar de que su traje estaba bien ajustado, empezó a recordar sus indicaciones:
- Primero, debo encontrar al gobernador y salvarle la vida lo más indirectamente posible; segundo, no debo decirle que casi muere por un atentado terrorista producido por alguien del norte, y, tercero, debo regresar a mi tiempo.
Era todo tan sencillo que le provocó risa, después de eso cerró la puerta y respiró profundo. Muy nervioso y con dolor de estomago, se dispuso a partir. Luego, escuchó una voz que le habló por unos parlantes.
- ¿Estás listo para salir? - preguntó.
- Sí - respondió.
- Supongo que sabes que la cápsula en la que te encuentras no es la máquina del tiempo, sino, la habitación en la que esta se encuentra, y que la cápsula es solo para protegerte de cualquier cosa que pase.
- También lo sé - respondió nuevamente.
- ¡Ah!, excelente, entonces obviamente sabes que estás sacrificando tu vida al no poder volver a este tiempo, puesto que aún no existe esta habitación en esa época.
- ¿Cómo?... A mi nunca me dije... - pero no pudo terminar porque fue interrumpido.
- Perfecto, entonces estamos listos, ¡¡Suerte!!.....
Y entonces, sin que el pudiera decir algo, fue transportado en el tiempo.
Cuando uno se imagina un viaje en el tiempo, lo ve como si estuviera en un remolino, pero realmente, era muy diferente. En el viaje real, se iba avanzando en contra la rotación de la tierra, y no era tan instantáneo, demoraba horas y horas, e incluso, hasta días. En todo ese tiempo, nuestro protagonista tuvo tiempo para pensar en lo que le iba a pasar, en que no iba a poder volver a su tiempo y se iba a quedar atrapado en un tiempo que no le correspondía. También pensaba en el odio que tenía a todas las personas en las que el había confiado al no decírselo.
Mientras iba avanzando calculó que ya llevaba cinco horas y media ya viajando, lo cual pudo ver en su reloj de pulsera, que, al igual que él, era inmune al retroceso del tiempo, pero que seguía avanzando como si fuera lo normal.
Pensó que era mejor que durmiera para poder descansar un poco, puesto que, según lo que le habían dicho, el viaje iba a durar día y medio.
Y así se quedo súbitamente dormido.
Cuando despertó, ya habían pasado casi 28 horas, lo que le indicaba que no le faltaba mucho, así que se preparó para su llegada.
Tomando en cuenta lo que sabía, iba a llegar 3 horas antes de que sucediera el accidente, a 5 kilómetros del lugar, en una zona camuflada.
Sin darse cuenta, el aparato empezó a disminuir la velocidad, cada vez más, hasta detenerse. De pronto la puerta se abrió, y el pudo sentir un golpe de aire en su rostro. Inhaló fuertemente, pero se ahogó, por que el área en que el se encontraba, estaba a no más de 200 metros de un vertedero.
"Me tenían que enviar a este lugar", pensó.
Luego de bajar de la cápsula, se internó en el terreno y caminó, tapándose la nariz.
Luego de caminar un tiempo, encontró la ciudad a la que debía llegar. Ahora le tocaba lo más difícil, encontrar al individuo en menos de 2 horas y media. Anduvo 2 horas vagando por ahí hasta que escucho un griterío de la gente en la calle que lo asustó. Lo primero que penso fue que ya había ocurrido el atentado y de que su misión había sido fallida, pero al momento se dio cuenta de que era por una cosa contraria: la llegada del Gobernador.
- ¡El Gobernador del Sur ha llegado! - gritaba la gente.
En ese preciso momento supo lo que debía hacer. Raptaría al gobernador y lo dejaría escondido hasta que pasara el tiempo necesario.
Tuvo que seguir al auto hasta que llegó a su lugar de destino: el aeropuerto.
Solo quedaban 5 minutos para que el atentado sucediera y había que actuar rápido. En cuanto el gobernador salió del auto para dirigirse al baño, nuestro protagonista lo siguió cautelosamente sin que nadie lo viera, gracias a unos aparatos especiales que le habían dado. No había nadie en el baño, excepto él y el Gobernador, momento que aprovechó en cerrar la puerta. Se quitó el aparato y se dispuso a hablar, pero fue interrumpido.
- Al fin llegas - le dijo el Gobernador -, ya era hora.
Nuestro protagonista no entendía nada, así que lo dejó hablar.
- Vamos, di algo - dijo, pero al no recibir repuesta, prosiguió -. Te preguntarás cómo es que te conozco, no es cierto.
Él asintió con la cabeza.
- La verdad es que no es la primera vez que me visitan - dijo -. Ya lo habían hecho antes - tomó un poco de aire -. Hace una semana me dijeron que iba a haber un atentado contra mí de parte de unos francotiradores del norte, y, que me iba a rescatar un tipo, cuya descripción era igual a la tuya. Al comienzo no les creí, pero después me probaron que era verdad al decirme que eran del futuro y demostrármelo con toda su tecnología.
- ¿Y?- preguntó exaltado.
- Que tú me tienes que salvar - respondió el gobernador.
- ¿Cómo? - volvió a preguntar.
- Como sabrás, el atentado sucedió en la puerta del baño, en un minuto más, por eso, hay dos alternativas: primero, que tú salgas del baño antes que yo para que te maten a ti, y, segundo, que me des unos de esos aparatos especiales para yo poder salir sin que me vean.
- Me quedo con la segunda.
- Excelente - dijo el gobernador mientras se hacía invisible.
Acto seguido, la puerta se abrió.
Relajado, nuestro héroe salió del baño, pero se paralizó. Había olvidado que el atentado no se había producido, pero que se iba a producir en cuanto alguien saliera. No tuvo tiempo de escapar, la bala ya le había atravesado. La gente gritaba mientras el cuerpo caía al suelo.
Nadie sospecharía, que después de ese atentado, se intentaría provocar una guerra contra los del norte.
Nadie sospecharía, que esa guerra iba a ser peor que la primera.
Tampoco, nadie sospecharía, que esa guerra, iba a terminar con la existencia de la raza humana.

Texto agregado el 12-02-2005, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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