Hoy, en la azotea de una carroza, se ha posado un pájaro. El sol seguía aún dando volteretas, como una sombrilla roja en el cielo. Bajé de prisa las escaleras de aquel castillo frenético: Un lugar abotargado de sonrisas heladas que palpitaban en botes de conserva. Sentí entonces la oscuridad del cielo, el pálpito exacerbado de los árboles, la huida de pájaros diminutos entre las flores. Y fui el huir de las gacelas cuando emerge en el bosque un murmullo extraño. Al otro lado de la luna tu mano blanca me dio un beso helado.
Texto agregado el 12-02-2005, y leído por 263 visitantes. (3 votos)