LA JUGADA
El juego de seducción era mutuo. Ambos, a cada lado de la mesa, jugaban sus mejores cartas y en eso no escatimaban ninguna estrategia.
Ella, un encanto de mujer, vestida de negro, alzaba sobre la mesa un mazo de cartas nuevas y las barajaba con la destreza propia de una gran jugadora, seducía a las cartas y ellas se rendían al tacto de sus manos, sus dedos, su voz, su mirada.
El, la observaba, con la paciencia que le brindan al jugador los años de experiencia. Cada movimiento de sus manos era seguido con la mirada verde del oponente y cada coqueteo de su mirada era contestado con una leve sonrisa de sus rosados labios.
Ella pidió más cartas, y en un arrebato de coquetería, puso sobre la mesa un montón de fichas rojas y mostró la punta de su lengua dibujando sus labios húmedos.
Mi apuesta, y mí vestido....
¡Dame tu mejor jugada! - dijo un tanto desafiante- mientras quitaba la parte superior de su vestido y encendía su Coima con total coquetería.
El, con una leve sonrisa en su cara, muestra sus cartas. Ella, con su suave audacia suelta una carcajada y le dice – Veo que eres un gran jugador y muy seguro de lo que quieres – mientras se ponía de pie y rozando muy suave con sus delicadas manos su corpiño de encaje negro, se asoma la dureza de sus pezones rosados, detuvo sus manos en su vientre y coquetamente miro con esos verdes e intensos ojos a su contrincante, - ¿Me quieres ayudar a seguir bajando mi vestido? – dijo con una voz muy sensual – El, nervioso pero seguro de lo que quería, se puso de pie, camino hacia ella y la tomo de la cintura muy fuerte, se acerco a su oído y le dijo - ¿Quieres sentirme?- Ella, muy desafiante, rozando la punta de su lengua en el lóbulo de la oreja de él, le dice - ¡Veamos como sigue tu jugada!...
El, con sus manos fuertes y varoniles, toma el vestido de la cintura de ella, lo baja y roza los glúteos empujándolos a su erecto y duro orgullo. Ella, se moja los labios y goza de esa gloriosa sensación. El, rápidamente la gira, quedando a espaldas de el… Que bella espalda tenia Ella, muy suave y tersa como la seda, blanca como la nieve y ¡el aroma!, como los dioses.
El, besa su espalda, y sus manos bajan al centro de ese mundo que quería llegar al punto máximo de la excitación, toca esa bella erección femenina haciendo que Ella agite su respiración.
El, baja sus pantalones, y sacando de golpe todo lo que había en la mesa, la acuesta a Ella, y tomando su blanca y dócil pierna entra en su cuerpo ganando la mejor de las jugadas…
(ESCRITO POR FELIPEPAULSEN Y ANNAO)
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