El sábado quede en reunirme con unos amigos escritores en un café de la ciudad, esperábamos que fuesen entre diez y quince escritores, como es la costumbre cada sábado, al final no se si por suerte o viceversa, solo asistimos al encuentro cuatro personas un viejo y buen amigo, en realidad mi compadre y dos amigas.

Estuvimos hablando de algunas corrientes de la poesía de lo que debe contener un texto para que valga como poema, también tocamos el punto del ensayo y como debe desarrollarse y al final concluimos que poesía esto todo aquello que quiera transmitir algo, utilizando metáforas, símiles y tal vez un poco de rima así como también concluimos que el ensayo, sin ir mas allá, es una postura personal con respecto a un tema especifico. Pero la reunión no termino allí luego de algunas cervezas y una buena carne a las brasas y después de haber conversado largo y tendido por tres o cuatro horas sobre el tema literario, una de la muchachas hizo la propuesta de irnos a bailar para cerrar bien la noche, costumbre indígena muy bien arraigada en el sexo femenino, mientras que la otra fémina secundo la noción, pero no sin agregarle un toque adicional, sugiriendo así que nos fuéramos a una discoteca gay, ¡yo las mire, sorprendido! Y no muy de acuerdo con la idea, esperé que mi compadre asumiera la misma postura que yo y así se desechara esa sugerencia. ¡Pues no fue así! mi compadre, hombre bohemio e intelectual de principios intachables y de una postura social y sexual irrefutable estuvo de acuerdo con la idea, eso me hizo esculcar un poco en mis adentros y despertar la curiosidad de la cosa misma, lo que me llevo a aceptar la propuesta algo a regaña dientes.

Salimos del café donde nos encontrábamos a eso de las diez de la noche y llegamos a lugar sugerido por una de nuestras amigas como a las diez y media, al entrar todo parecía normal, una discoteca como cualquier otra, nos sentamos en la barra la cual estaba vacía, pues según dicen la hora de las discotecas es después de las doce, pero no sin antes ponernos de acuerdo como nos íbamos a comportar dentro de ese recinto, las mujeres algo mas maliciosas en estos abatáres extraños y enredados, tomaron la batuta y dijeron, tu compadre y tú deben decir que son pareja si llega algún gay a invitarlos a bailar de igual manera lo haremos nosotras dos, con el pasar de las horas empezó a llegar la gente, ¡y que les puedo decir! la normalidad se perdió del todo, o quizás viéndolo desde el punto de vista homosexual, todo se comenzó a normalizar.

A eso de la una de la mañana estaba prendido el bacanal, hombres peludos y sudados bailando con hombres calvos y también sudados, mujeres lindas y sexis moviendo sus cinturas al ritmo del Brasil unas con otras, mujeres exuberantes y despampanantes sin pechos y con un bulto entre sus piernas, hombres mal vestidos y desarreglados con pechos y sin el bulto entre las piernas, todo allí estaba al revés o quizás todo estaba bien, realmente no lo se.

Mis compañeras escritoras, entre tragos y danzas eróticas apostaron a ver cual de las dos era invitada por una mujer a bailar y asumieron muy bien su rol de damas inconformes con el sexo opuesto, bailaban entre ellas, miraban a otras con ojos de deseo mientras movían sus caderas al ritmo del erotismo, yo personalmente sentía que todos me miraban y cada vez que se acercaba algún ser viviente me sentía tan intimidado por no saber si quien se acercaba era del sexo opuesto o del mismo o que se yo, que lo único que hacia era agarrarle la pierna a mi compadre, cosa que también hacia mi compadre, el problema es que sentía que el compadre lo hacia con mas frecuencia que yo, no se si por que estaba mas intimidado que yo o es que ya se estaba empezando a sentir bien en el sitio.

……………………………………………………………………continuara…

Hammurabi