Me gustan los libros usados y un poco maltrechos, de esta manera podemos, ellos y yo, interactuar sin mayores conflictos. Por ejemplo, si duermo con alguno de ellos y las paginas amanecen arrugadas, no hay de qué preocuparse y tampoco si vierto, en el desayuno, algunas gotas de café. Y qué placer poder doblar las esquinas sin culpas! ( cosa que, dicho sea de paso, me sucede con cualquier tipo de esquina, en general).
Tomemos por ejemplo, ese novela de Maupassant que compré en Emaus. Una edicion de los años sesenta. Las paginas no estaban cortadas y a mi me dio tanta pena pensar que ese libro paso vaya a saber uno por cuantas manos, a lo largo de cuarenta años sin que nadie lo haya leido. Yo comencé a cortar sus hojas con delicadeza, en casa. No todas, claro, el libro era largo y yo iba a ir a la piscina ; deduje entonces que una cincuentena de paginas bastaria ; pero mis previsiones no fueron suficientes y justo cuando ella iba a ir a verlo y él confesarle la pasion que sentia me topé con la barrera de la hoja sin cortar ! Busqué algun objeto filoso pero fue en vano. Una rama seca hizo las veces de cortapapeles, el resultado ya pueden imaginarlo. Otro caso es el de mi suegro, que compro un libro de poemas con una dedicatoria en la que alguien declaraba su amor a alguna señotita, supongo. El libro corrio la misma suerte que el de mi pobre Maupassant, por lo que deducimos que ese amor no fue correspondido, o que a la señorita (o señora o señor), no le gustaban los poemas. A donde iran a parar mis libros dentro de sesenta años ? Qué pensaran de las manchas de café o de las paginas cortadas con impaciencia ? Se imaginaran que yo era una persona algo desprolija y apasionada. Quien leera lo que escribi en el libro de Arlt unas horas antes de que naciera mi hijo ? Al menos, si mi talento no alcanza para escribir un libro, no se podra decir que no haya dejado ciertas huellas en la literatura. Buenas Noches |