Amo tu tacto en mi piel
surcándola de ternura:
maravillosa locura
envuelve todo mi ser.
Y si para complacer
el capricho universal
de una historia sin final
tuviera que cometer
los actos más inhumanos,
mil y un veces pecaría,
que más pecado sería
apartarme de tu lado.
Amo el color de tus ojos
cuando mienten tus verdades,
cuando son debilidades,
cuando finjen un enojo,
cuando refulgen dorados
y me veo reflejada,
y agradezco tu mirada
al verme como me ves;
llego a pensar que, tal vez,
sólo existo en tus pupilas:
lo demás, son fantasías
que con el tiempo inventé.
Amo mi nombre en tus labios,
desparramando dulzura,
ardiendo con la premura
de juntarlos con los míos,
de fundirnos, ambos ríos,
en un cauce más profundo,
de gritarle todo al mundo,
de despertar los instintos
tanto tiempo adormecidos.
Matar o morir no importa:
el que con espada corta,
no se queja de su filo.
Amo tus sueños constantes,
planes, ideas, delirios,
y millones de artificios
para salir adelante.
Si eso no fuera bastante,
amo que me ames así,
con pasión, con frenesí,
con una entrega tan grande
que logra apartar temores
que a veces nublan mi mente.
Vos querés lo suficiente
para aguantar dos amores.
¿Lo que no me gusta?... bueno...
ya es materia conocida,
pero no por repetida
pierde lo importante o cierto.
Si bien vos no sos perfecto,
creo yo que en la balanza
lo bueno tuyo me alcanza
para compensar el resto.
Mi conclusión es, parece,
que si venís para acá,
demos la oportunidad
que lo nuestro se merece. |