Aquella mañana de diciembre el rompehielos recalaba al Territorio Antártico luego de una excelente navegación del mar de Drake, el comandante y personal de guardia se encontraban en el puente de mando mirando la pantalla del radar y observando el horizonte con sus prismáticos. Ese año el gobierno le había encomendado a la Armada que trasladara a varios científicos hasta la Isla Decepción con el propósito de continuar los estudios relacionados con el comportamiento de determinados animales ante catástrofes naturales tales como terremotos, maremotos y erupciones volcánicas.
Lo anterior a raíz del tsunami ocurrido hacía algunos años en el sudeste asiático, en que se observó que los animales habían presentido la llegada de éste y a que en la Isla Decepción se estaba registrando una gran actividad sísmica la que no había cesado desde la última erupción ocurrida en 1970. Esta isla era el centro de atención del mundo científico estudioso en la predicción de terremotos y erupciones volcánicas, era un campo de pruebas excepcional para vulcanólogos y geólogos de todo el mundo.
—Oye Campitos, desde anoche no he podido dejar de pensar en los viajes de los que descubrieron estas tierras. En naves de no más de 50 metros de eslora, de madera, sin ningún tipo de comodidades y sólo a vela. Esos sí que eran marinos. ¿Sabes quién fue el navegante que avistó por primera vez este continente?
—Ud. mi comandante, seguro que estuvo toda la noche leyendo en el Derrotero la historia de la Antártica, y ahora me viene con sus típicas preguntas. No, no tengo idea quién fue el primero y Ud. señor, ¿lo sabe? —contestó Campitos sonriendo.
—En 1603 se tuvieron las primeras noticias de este continente y fue el almirante español don Gabriel de Castilla quién, al cruzar el Mar de Drake, derivó hacia el sur y según sus informes avistó “altas montañas cubiertas de nieve hasta el mar”. Fue el primer avistamiento de lo que nosotros ya tenemos en nuestro radar por la proa, las Islas Shetland del Sur. Su proeza pasó prácticamente inadvertida para la historia hasta fines del siglo XX, mientras que el inglés James Cook, que fue el primero en cruzar el círculo polar antártico en 1773, es reconocido universalmente como el que abrió el camino a la Antártica.
La recalada al territorio antártico requiere mucha atención, pues los icebergs que se desprenden de los ventisqueros que llegan hasta el mar son difíciles de distinguir del continente propiamente tal, las pantallas de los radares aparecen llenas de contactos y en el horizonte se divisan grandes masas blancas que no se sabe si son témpanos o tierra firme.
—Campitos, y ¿cómo viene el zoológico flotante? ¿Se acostumbran a bordo?
—Hasta ahora no hemos tenido problemas, afortunadamente la navegación del Drake fue tranquila, el profesor está preocupado porque los nota desde hace horas más inquietos pero los cuidadores saben hacer su trabajo.
A medida que el buque se aproximaba al continente, la claridad del día aumentaba con el blanco que se veía en el horizonte. Los marineros y científicos habían salido a cubierta y permanecían hipnotizados admirando esta belleza blanca increíble. La realidad de lo que estaban presenciando los sobrecogía, el silencio reinante y la inmensidad de lo que contemplaban sobrepasaba todo lo que recordaban unos o habían imaginado otros.
—Piloto, cuando terminemos de navegar el Estrecho de Nelson, ponga rumbo a isla Decepción y aumente la velocidad a 15 nudos, tengo el presentimiento de que no debemos perder tiempo. A propósito ¿sabe de qué tamaño es el continente antártico?
—No mi comandante —respondió el piloto y se quedó pensando: ”puchas este comandante, siempre con sus preguntitas”.
—Lo que está viendo, teniente, tiene casi el mismo tamaño que Europa. Es el continente de mayor altura media, 2500 metros sobre el nivel del mar. Aquí se encuentra el 75% del agua dulce de la Tierra y el 90% del hielo. Si se descongelara este hielo el nivel medio del mar subiría entre 60 y 65 metros.
—Mi comandante, el mar está plagado de pack ice y están apareciendo muchos témpanos, ¿mantenemos la velocidad?
—Si, manténgala pero tenga cuidado con los témpanos, aunque estos se ven pequeños Ud. sabe que sólo asoman una séptima parte de lo que esconden bajo el agua.
El comandante mandó a buscar al segundo comandante y al científico jefe del equipo de observadores del comportamiento de los animales.
—Señor Tapia, ¿cómo está su zoológico? ¿Ha notado algún cambio en ellos en estas últimas horas? —preguntó el comandante en voz alta.
—Sí comandante, desde hace aproximadamente unas 15 horas se han puesto nerviosos y se está volviendo difícil controlarlos. Estoy casi seguro que están presintiendo que algo va suceder y pronto.
El segundo comandante dijo: “Señor, he estado en contacto por telefonía con los jefes de las bases en Decepción y me han dicho que según sus instrumentos la actividad sísmica de la isla se ha mantenido sin variación durante la última semana, creen que no sucederá nada y me manifestaron que por ningún motivo abandonarán sus observaciones. Les informé que nuestros animales están intranquilos”.
—Bueno profesor, confío plenamente en esa especie de sexto sentido de los animales que Ud. nos explicó tan claramente en Punta Arenas. Por favor avíseme cualquier cambio que note en ellos, en una hora más deberíamos estar recalando en la isla.
—Comandante, le recomiendo que no se acerque a menos de cinco millas, estoy casi seguro que pronto algo sucederá y deberíamos estar preparados. Los animales no se equivocan —dijo el señor Tapia y salió del puente de mando.
—Campitos, qué interesante fue la conferencia que nos dio este Tapia en Punta Arenas. ¿Qué te pareció a ti?
—La encontré excelente y le diré que antes pensaba que esto del sexto sentido de los animales era puro cuento.
—Sí, a mi me impresionó lo que dijo acerca de esa ciudad China de cien mil habitantes que las autoridades decidieron evacuar al observar el extraño comportamiento de los animales y pocos días más tarde un terremoto de 7,3 Richter la arrasó muriendo sólo 4 personas, es realmente increíble.
¿Y qué me dice de lo sucedido en ese Parque Nacional en Sri Lanka en el tsunami del 2004? Lleno de cocodrilos, jabalíes, búfalos, monos, leopardos, liebres y 200 elefantes, no falleció ni siquiera un conejo y murieron 200 personas.
—A mi me quedó dando vueltas de que las estadísticas indican que este fenómeno de alteración en el comportamiento de los animales se presenta unas 20 horas antes de un movimiento telúrico de 6,5 Richter o superior y que entre más se acerca el instante del seísmo o explosión volcánica, más claros son los cambios de sus conductas.
Pocos minutos después que el profesor Tapia bajara del punte, los tripulantes fueron conmovidos por ladridos de perros, maullidos de gatos y piar de aves. No habían transcurridos cinco minutos desde que empezaran los gritos de los animales cuando sintieron una fuerte explosión y con estupor vieron como desde la isla se elevaba un hongo gris y luego comenzaba a caer cenizas sobre la cubierta del buque. El comandante paró las máquinas y ordenó tocar zafarrancho de repetido general. Mientras los marineros se dirigían a sus puestos miraban perplejos el dantesco espectáculo. Unos pensaban en la magnitud de la catástrofe que estaban presenciando y la mayoría en el personal de las bases.
La isla es la parte superior de un volcán en la que, al hundirse la pared oriental, penetró el mar y formó en su cráter una bahía de forma anular de unos 15 kilómetros de diámetro. Los marinos dicen que es una de las bahías más bellas que se conocen.
Los geólogos de las bases española, inglesa, argentina y chilena con sus finos instrumentos electrónicos investigaban lo que había sucedido con las erupciones de 1842, 1912, 1917,1967, 1969 y 1970. El magma había recalentado la capa de agua que hay 200 metros bajo tierra y la presión del vapor rompió las rocas pero al parecer ninguna tan violenta como esta.
—Campitos, creo que esta vez hemos tenido suerte. No hubo desgracias que lamentar entre los científicos de las bases y los hemos evacuado a todos, mañana recalaremos en la base Presidente Frei.
—Comandante, pienso que los gobiernos en lugar de gastar tanto dinero en exploraciones del espacio, deberían preocuparse más de las investigaciones como las que efectúa Tapia con sus animales.
—Después de lo vivido no me cabe la menor duda que los animales poseen un sexto sentido y que esta comisión permitirá avanzar en la comprobación de su capacidad de prevenir catástrofes —dijo el comandante.
JORVAL (20)
010205
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