El día que decidí ser periodista fue un día más simple de lo que esperaba. No hubo explosiones lacrimógenas ni desesperaciones futurísticas, simplemente agarré mi vida como un balón de basket sobre un dedo, y me dije, impreso... periodismo impreso- quiero tomar fotos y escribir por el resto de mi vida. Nadie lo dijo, pero sé que todos lo pensaron...cómo se me hizo tan fácil? Verán, yo soy el tipo de chica que tiene ganas de comer algo con carne a las ocho treinta y dos de la noche, y que cuando va al refri a buscar la cosa con carne, se acuerda que no hay, y entonces no hay sandwich ni cereal, tortilla ni panqueca que pueda con el antojo; mil cosas en la casa y yo quiero algo con carne, y si no hay algo con carne, no puedo decidir qué comer, y bah, si hubiera algo con carne probablemente tampoco querría eso. Soy la niña que va un lunes a la universidad y se quiere poner un pantalon y sandalias altas, pero piensa que no se vale porque es lunes, y hay que ir de sandalitas, jean y franelilla, para empezar la semana humilde y mil cosas mas. Pero el día que me dí cuenta que quería a carlitos, fue un pensamiento único, no había otro tipo ademas de carlitos, todo era carlitos y desde entonces todo fue. Asi, el periodismo y carlitos, mi mundo, mi aficion, mi obsesion, mi pasion, mis bebes y mi cariño, carlitos y el periodismo. Pero el alma es una cuestión seria, se inquieta cuando carlitos me mira mal, y cuando no me responde a tiempo, todo empieza a oler exageradamente a ese olor desesperante de la canela, y me tumbo los dientes mordiendo la tapa del boligrafo, y rayo mil veces mi nombre en cada cuaderno que me encuentro para acordarme que hay una yo mas segura que existe aparte de carlitos, y nunca me acuerdo. Pero ayer cuando carlitos me dijo que la novia era adriana, la muchacha q me habia dicho q le dijo que si, su nueva novia, que era adriana, las lagrimas burbujeando en mis ojos, se explotaron de un soplo, porque eran burbujas, la rabia no era mas rabia porque era ella, era una rabia pasiva de la que me encantaria prescindir con ligereza. Veran, adriana es la tipa que carlitos de verdad quiere, no se si la ama pero la quiere. Tiene como un año persiguiendola y ella lo tumba, a carlitos, mi rey, lo hace abdicar el trono y reposa ella en el espaldar, y carlitos la mira anonadado a sus ojos azules, y tiernamente se posa a su lado y se conforma con ser principe. Y yo no tengo lugar ahi, yo soy la fiel sidekick de mi romeo, soy mercurio, soy la ama de casa de julieta, la amiga de carlitos, amiga y mas nada. Y ante esta situacion, me tumbo en la silla a dar vueltas y voltear la cabeza hacia atras mirando hacia arriba, desconcertada... cuando sin querer la señora que limpia me hace ver que estoy, mas bien, hasta pareciera que alegre. Que no estoy rebosando de lagrimas y de rabia, que mi corazon no se inquieta ni desespera. Desconcertada, porque no entiendo que estoy mediocremente feliz, porque por fin mi esperanza la tumbó carlitos, se decidió por ella y ella se decidió por él, mediocremente feliz porque si desisto ahora de él no es cobardia, es buen juicio, porque aun asi, no desisto pero me echo a un lado, y reconozco mi lugar en esta obra; mediocremente feliz... porque ahora sin que carlitos pueda ser mio, se me abre como magnolia un mundo que no habia visto, y está lleno de pequeñas decisiones: un pan con mermelada o un omelette y jugo de naranja, la franela azul del arcoiris o la franelilla amarilla, las converse negras, o las sandalitas blancas, el tipo de los ojos verdes de ingenieria en el bloque del frente, o el de ojos color miel de derecho. Me vuelvo un ochocientos ochenta y cuatro con tantas cosas, y no lo entiendo, y no se que espero, es mas, ya no espero... pero el corazon no desespera, no se inquieta el alma.