Ese río de sal que cae por las mejillas resulta enceguecedor y muy doloroso. Profundidad. No nos damos cuenta de nada.
Luego vienen las mudas palabras que intentan tranquilizarnos, pero no queremos escuchar y sólo manifestamos un "sí" con la cabeza, para que todos se vayan y nos dejen solas. Solas. Más tarde queremos reír y pertenecer nuevamente, ser amigas de todos. Olvido. Sonreímos... y a carcajadas, intentando que el corazón apretado se expanda y comience a bombear. Funciona a la perfección,
pero todo es falso.
Texto agregado el 09-02-2005, y leído por 138
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