Un par de velas consumiéndose lentamente era lo único que iluminaba la fría habitación, cálida por sí misma, ocultaba al par de amantes bajo las desordenadas sábanas de tosco lino blanco.
__Ya pues, dime cuánto me quieres.
La jovencita se desperezaba reponiéndose de una larga relación sexual que la dejó agotada. Ahora preguntaba con una sonrisa pícara adornando sus delicados y rojos labios, que dejaban ver una impecable corrida de hermosos dientes relucientemente blancos.
__Sabes lo que siento por ti.__ Le respondía su pareja, un tipo mayor que ella, recostado mirando fijamente el techo para contar mentalmente los clavos que sujetaban la estructura de madera __El amor o el cariño hacia ti no es precisamente algo que pueda generar, por eso te pido que no lo vuelvas a preguntar. Creo que fui bastante claro la última vez, y hoy te pedí que no lo cuestionaras antes de... bueno, antes de tener relaciones.
__ ¡Claro! El señor perfecto sólo puede sentir cariño para otros, pero no es capaz de poder darme un poco a mí, a la putita que lo consciente en la cama. Creo que eres demasiado cruel conmigo. Sabes perfectamente que yo pierdo tanto como tú con todo esto.
__Por favor Cristina, entiéndeme, el cariño o el amor que tú me pides no es precisamente el que te puedo dar. Es cierto que tengo mucho cariño para todas las personas, pero ese cariño no es el que pides. Tú quieres un amor de pareja y eso es justo lo que no puedo darte.
Cristina sacó un cigarrillo de la mochila de colegiala que estaba a los pies de la cama.
__Tus padres saben que haces eso.__ La interrogó el tipo.
__ ¡Ha! Si supieran que me acuesto contigo debes estar seguro que esto sería como jugar a las tacitas de té; además no creo que te importe que fume, porque cuando te beso nunca me dices nada por el olor a tabaco.
__Pero no es bueno que las demás niñas te vean haciendo eso, debes ser consciente que a pesar de nuestra relación tienes que ser una buena alumna. Recuerda que a la gente le gusta hablar, y sabes lo que podrían decir si te llegasen a ver...
__ ¿De eso se trata esto? Simplemente piensas en eso: “en lo qué dirán” Tú y tu imagen perfecta, de hombre santo, de erudito...de...de... ¡un maldito correcto! Eres patético Esteban. Siempre quieres ser reconocido como el señor importante ¿quieres qué también te trate de usted cuándo me lo estás metiendo? ¡No seas huevón!
Un silencio los inundó por completo, vagando las miradas perdidas en el horizonte de cada cual entre el humo que lentamente se confundía con olor a incienso.
__ ¿Quieres un cariñito más antes que te vayas a tus asuntos? Puedo hacerte eso que más te gusta__ La chica rompió la monotonía.
__No Cristina. Creo que esto es demasiado. Eres hermosa, joven, especial, y bueno... te has convertido en toda una mujer. No soporto la idea de seguir teniendo una relación amorosa con una muchacha que conocí siendo tan sólo una niña.
__Eso tuviste que haberlo pensado cuando me tocaste la primera vez ¿Recuerdas? ¿Quieres qué te refresque la memoria? ¿Cuándo fue? ¿Dos años? Cuando apenas tenía catorce... Pero ¿sabes? no me arrepiento de nada. ¿Porqué negarte que me gusta tener sexo contigo?
__ ¡Vasta! Esto ya es demasiado. Tenemos que ponerle fin. Me lo he propuesto hace mucho tiempo, pero es imposible cuando te tengo encima tocándome y besándome. Sin embargo ya es suficiente. No quiero que nos volvamos a ver. Mañana pediré mi traslado definitivo.
La joven dejó de sonreír como lo estaba haciendo y sus ojos soltaron un vidrioso brillo acuoso. Empezó a llorar con un silencio estremecedor.
Esteban se levantó y empezó a vestirse sin pronunciar palabra alguna. Su rostro duro trataba de ignorar a la muchacha que se lamentaba con un sordo chillar interno por la determinación de su decisión. Sintió pena de súbito.
__No llores Cristina. Todo lo nuestro ha sido lindo, créeme, porque antes que tú nunca había estado con ninguna mujer, y sé que a futuro tampoco lo volveré estar.
__Me dices eso para que no te implore ¿Cierto? Pero no. Sabes que perdía tanto como tú con todo esto. Cuando hicimos por primera vez el amor tú mismo me dijiste que no me sintiera culpable, que sería nuestro secreto, y que estaríamos juntos para siempre, que no me dejarías nunca.
__Las cosas han cambiado, y lo nuestro ha ido demasiado lejos. Además sabes que también tuviste responsabilidad con todo lo que pasó.
__ ¡Yo te amo! ¡Porqué mierda no te metes eso en la cabeza! ¿Ah? ¡Porqué eres un maricón de mierda! Son todos ustedes unos maricones.
__Serénate Cristina.
La tomó entre sus brazos, abandonándose la joven en ellos como un acto de súplica más que de consuelo. Por varios minutos estuvieron ahí, acariciándose con fraternal sentimiento.
__Es lo mejor niña mía__ Susurró Esteban.
__No quiero que me dejes.
__Eres hermosa, inteligente y fuerte. Debes buscar un hombre que pueda darte lo que mereces.
__Yo te quiero sólo a ti.
__No insistas. Yo no puedo...
__Siempre usas la misma excusa. ¿Entonces porqué mierda te metiste conmigo? Responde ¿Acaso lo tuyo es tan poderoso cómo para no dejarlo y quererme? Me importa un carajo lo que mi padre diga. Cuando hay amor todo se puede.
__Pero yo no tengo amor. Entiende. Por favor te lo pido. Aun podemos recapacitar. Mi traslado será inminente, y seguro que no tardaría mucho en suceder. Por favor, por lo que tuvimos, debes hacer que esto acabe ahora.
__ ¿Es definitivo?__ La voz de Cristina salió con un ahogo que no pudo remediar. Sus ojos hinchados de llanto lo contemplaron decidido a dar fin a todo aquello. Era evidente que Esteban no cedería ni un milímetro en su decisión.
__Sí. Es definitivo.
__Entonces busca tus porquerías y déjame. ¡Ándate! Y no te preocupes por nada, no soy tan huevona como para andar contándole a todo el mundo sobre nosotros, porque si lo hago me echarán del colegio y me tratarán de puta maraca, siendo la comidilla de la gente y su “qué dirán”. Así que no tienes que pedirme nada: es tu vida y tienes que hacerla como te plazca, pero recuerda que le hiciste daño a una niña. Eso no tiene perdón de Dios.
” ¡Y...y... cuándo estés cagado, tirado como un viejo de mierda, solo, recuerda que me dejaste por el qué dirán y tu puta vocación!
Salió tan pronto como tardó en vestirse con su uniforme de colegio. En todo ese lapso no emitió palabra alguna.
Por semanas estuvieron ausentes uno del otro, temerosos de que aquella llama se reavivara con el más mínimo roce de sus miradas, de sus voces. Aunque estaban cerca no volvieron a dirigirse la palabra, sólo hasta ese último día de sus vidas en que estuvieran reunidos bajo un mismo techo: llovía con fuerzas y dentro del enorme edificio Cristina asistió al servicio final de su secreto amante, vestida con el uniforme de colegio y un púdico velo blanco que escondía a una amante herida, con el alma en un hilo, pero gran actriz a la hora de ocultar emociones. Parada en la fila con sus lindos ojos húmedos pero orgullosos, vio como Esteban la miraba con un dolor interno que sólo ella podía comprender por conocerlo tan bien. Así pronunciaron el último y más corto diálogo de sus vidas:
__Cuerpo de Cristo.
__ ¡Amén!
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