Llego a casa
después de inmensos avatares.
Regreso
del país de las Maravillas,
donde todo se agrandaba y achicaba,
donde todo se expandía y contraía,
a excepción de mi risa.
Vagué
por universos de cartón,
buscando un hombre
que me ayudase a paliar
tanto frío.
Pero sólo había muñecos.
Toscas máscaras,
ficciones,
espejos.
Falsas promesas,
mentiras,
silencio.
Ayer
se hizo la luz en mi conciencia.
Y los vi a los dos,
gigantes,
enormes, benditos,
como una canción.
Ayer
me abracé a mi dualidad
y la hice una.
Después de quince años
sin saber
si era alguno de ustedes
o los otros,
después de quince años
de mi salto al vacío,
ayer,
toqué la red que me esperaba
para evitar el golpe.
Y cada uno de ustedes
la sostenía,
mis Quijotes,
mis soldados,
mis hermanos,
mis amores.
Semejantes
con todo lo que la palabra implica.
Porque afuera hace frío
y no hay semejantes:
sólo hay diferentes,
jugando
a la ruleta rusa de la vida. |