" Hay personas que tienen la capacidad de leer nuestros pensamientos y asomarse a nuestro corazón. Al platicar con ellas, de inmediato sentimos su comprensión, su apoyo, su compañía. Pareciera como si acercaran su oído al fondo de nuestra alma, y pudieran escuchar sus murmullos. Nos lo dice su mirada, la atención cariñosa con la que nos escuchan, su lenguaje corporal y sobre todo su paz. Encontrarnos alguien así en la vida es un tesoro.
Quien tiene esta gran cualidad de empatar con otro, participa de las experiencias más enriquecedoras de la vida; la gratitud, la tolerancia, la compasión, el perdón y el amor. Gracias a la existencia de estas personas, la vida es más amable y llevadera. Cuando nos enfocamos exclusivamente en nuestro mundo, en nuestros intereses y somos lentos para perdonar y rápidos para emitir juicios, la vida se torna para todos más difícil.
La maravilla de la empatía (cuando nos ponemos en el lugar de otro), es que es contagiosa. Al darla, se nos regresa multiplicada. Mucha veces necesitamos pasar por una situación dolorosa o difícil, para sensibilizarnos y descifrar lo que está pasando y sintiendo el otro.
Cada interacción pone a prueba nuestra capacidad de congeniar, nos da la oportunidad de expandirla y aumentarla para convertirnos en seres más humanizados, tolerantes y comprensivos.
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