Dentro de toda esta vorágine de sentidos me encuentro luchando por entender las ecuaciones que distancian y dividen las ideas.

He pensado ilusamente que al cambiar los números por letras llegaríamos a tener puntos de encuentro.

Lo cierto es que la mayoría de las veces se nos dificulta reemplazarlos con la voz y el compromiso.

No siempre logramos que los signos se conviertan en palabras,
ni los símbolos en frases,
ni los emblemas en arengas

Invariablemente, tendremos quienes quieran ocultarnos.
Escondernos en el último rincón donde el tiempo desapercibido, le huye a las presencias

Por lo pronto querrán convertirnos en íconos ausentes,
en esfinges solitarias,
en imágenes imperfectas

y en esto no hay porqués
es simplemente la necesidad de controlar al prójimo
con un No como respuesta.

Pero al fin, con una espera de mil años
o segundos,
cuando te miras en la luna del espejo, podrías descubrir que eres alguien
Y empiezas a observarte por tus ojos que revelan lo que existe detrás de tus pupilas.

Un sin fin de conexiones se interpolan y pregonan tus propios pensamientos.

En un primer momento el asombro te cubre por completo vuelves a contemplarte para asegurar que ese eres tú, ni más ni menos.

Una chispa enlaza tus neuronas y te convierte en otro personaje.
Despiertas del más profundo sueño percibiendo
y rebuscando al hombre nuevo.

Y es allí,
donde todo se descubre
y decides pavimentar tus estrecheces
utilizando tu voz, tu sombra y tus acciones
expatriando de una vez por todas tu destierro....