...Y bajé después del calor con calor
Te esculpí el cuello con mi lengua turbia,
rocé el pálpito de tu pecho color ardor,
tu ombligo rosado, mojado,
tu pantalón ahora sin resistencia.
Yo, caliente. Muy caliente.
Mi boca no bastaba, mis manos se hacían agua.
Seguí el surco de tu pelvis, el aroma se venía,
me quedé en frente, silencio. Sólo un quejido tuyo,
quejido de aproximación de un venir de un súplico.
Desde abajo vi tu cara de niña, reina del subsuelo,
que gemía, mordía el aire, cerraba sus ojos.
Tus brazos en alto se aferraban al metal, al pasamanos,
y seguía mirando mientras mi lengua juegueteaba y escarbaba.
El aroma, allá abajo, me encanta, me revienta
Es como un domingo matutino,
sin resaca, vodka con jugo de naranja.
Delicia.
Subiendo, subiendo después de mi banquete, te besé,
Mordí tu cuello y te obligué a caer, sin resistencia.
Besaste mi abdomen con calor de primavera,
el subterraneo era caldera humana, piel, olor,
Mordiste mi sexo con labios mojados, con manos, con sudor.
Mientras afuera el viento reía,
bajo las maderas, en las raíces de cemento
se forjó un mas allá de todo, de todos,
creamos el ladrillo que faltaba,
hasta que el timbre nos despertó. |