CUENTO PARA UNA NOCHE
Primero me quito los zapatos, rápido como si miles de hormigas se estuvieran comiendo las suelas; luego me quito con facilidad el pantalón, ese de flores azules que tanto te gusta, si, el de botas anchas; me siento en la cama y uno a uno me desabrocho cada botón de mi camisa, esa que tenía seis botones y que ahora solo tiene cinco, recuerdas, fue la última vez que dormiste conmigo, me halaste tan fuerte de la blusa que el botón salio volando por encima de la mesa de noche y luego ya no tuve tiempo de buscarlo. Después de la blusa vuelvo a los pies y me quito las medias, el suelo esta más frió que otras noches, así que los meto entre las pantuflas de algodón; desabrocho mi sostén, me miro en el espejo sin pararme de la cama, es extraño pero siento que aún me falta algo, me recuesto boca arriba sobre la cama destendida, pienso un rato pero no se que pueda ser; me levanto entonces de la cama y mis pies tocan las baldosas heladas, voy hasta el closet y busco mi bata de dormir, me la pongo despacio con algo de esfuerzo, entonces miro tu foto sobre el escritorio, abro uno de los cajones con impaciencia, saco unas tijeritas punta roma y con cuidado me abro un poco el lado izquierdo del pecho, me saco el corazón y lo guardo en una bolsita; voy corriendo hasta el congelador y lo dejo junto a las cubetas de hielo y el helado de vainilla que no termine, vuelvo a mi cuarto, me quito las pantuflas, acomodo las almohadas y me recuesto con los ojos bien cerrados, por fin esta noche podré dormir tranquila sin tus recuerdos entre el pecho
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