De la marea

Incendié los rescoldos del pasado para reivindicarme en este mundo
y absorbí una sensación rara, una extraña inversión
que apuñaló a mi corazón de contusión.
Fue una marea trágica de olas grises que me arrastró a la superficie
arrancándome de las piedras en lo profundo, oscuro y tranquilo del mar.
Frecuenté en cada espacio de mi cuerpo
buscando la razón por la cual a allí pertenecía
pero no pude discernirme, perdido y retraído en la tristeza de mi olvido.

De la marea trágica y olas grises vino hasta mí un ser nuevo y valiente
que me permitió invadir en su comportamiento
y de las raíces de mi alma floreció una coerción apacible para el desosego. Calló los gemidos que suspiraba en la brisa, codició mi respeto
y bastó con su presencia para dominar los prejuicios que me hacían.
Se desplazó sobre mi piel ponderado de pasión e intensidad
abogándome de la helada y desabrida lluvia que caía me abrazó
Embelesó mi adormecida estimulación moral
ensanchando e hinchando mis sentimientos.
Y ayudó a condolecer mi idea de futuro
ondulando las formas y figuras ente mi percepción.

Pero del fuego quemado, únicamente, quedaron más y más cenizas
y entonces confinó la intrusión de mi auto-crimen para ser responsable de mi muerte.
Y así es la vida...
Fue un trágico mareaje de olas grises que me condujo hasta la arena
en la orilla alguien me lavó y robó mi perla
y tristemente dejó tirada la cáscara de mí vacía.