Ocasional lector, voy a contarle otra historia que espero me crea, pues siendo verdadera podría tomarla en cuenta para cualquier eventualidad...
Era ya la tercera vez que Olga Shneider recibía un ramo de hermosas orquídeas y una tarjeta que a la letra decía:” Para la más bella”, y que en el reverso, en trazos dorados la silueta de una mano resaltaba el color escarlata de sus bordes plateados. La famosa modelo acostumbrada a recibir presentes, regalos e invitaciones de muchas firmas conocidas, no tenía sospecha más vaga de su misterioso admirador. El ramo siempre aparecía suelto y con los tallos húmedos a puertas de su casa. Al cuarto día apareció un nuevo ramo y la misma tarjeta, al quinto día sucedió lo mismo y al sexto también...
-¡Ha de ser un admirador más, no le des importancia...!-, aconsejó su representante...De pronto las flores dejaron de aparecer por ahí, pronto Olga se despreocupó y continuó con su exitosa carrera viajando por unos días a Roma. Al volver, su hermana le aguardaba con una trivial fotografía, en ella, abrazada a unos compañeros de clase, figuraba Olga cuando joven, tenía los dientes desviados, los pómulos planos y el mentón ancho... -¿Quién ha mandado esto?-, preguntó vacilante...Su hermana respondió con sosiego :-¡Estaba en la puerta, anoche la recogí...Ha de ser un amigo!-.
Olga olvidó el hecho tan rápido como a las orquídeas y se preparaba para el siguiente certamen internacional, sin embargo, sus planes se vieron afectados al enterarse en los exámenes correspondientes que su peso y forma estaban un poco descuidados como para competir, seguramente por las pastas que comió en Italia...
Desesperada, caminaba de aquí para allá, se asomaba a la ventana y miraba el vacío, era el fin para ella, no obstante, su hermana recomendole al mejor cirujano del país ... Es aquí donde comienza la tragedia...
Era Lunes, y diez minutos antes de las cinco de la mañana, Olga salía de darse una ducha de agua caliente, pues había ya tomado la decisión de hacerse una lipoescultura para asegurar competencia en el certamen...
A las seis salió de su casa en dirección a la clínica y ya dentro le llamó la atención una pinacoteca en la que el dueño exhibía atentamente una serie de pinturas vanguardistas... Al final del pasillo un cuadro de una orquídea marchita contrastaba vivamente con el verde claro de sus tallos mojados .
-¿Olga Shneider?-, preguntó un hombre de aspecto desagradable y barba, de olor penetrante y terno gris...-¡Que gusto; soy el cirujano...
Es Ud. Más bella en persona!-, Olga le agradeció el gesto y lo saludó extrañada y muy nerviosa...Se dirigieron juntos a la oficina del cirujano, Olga comenzó a temblar. En uno de los anaqueles, junto al escritorio, la fotografía de una mujer con los dientes desviados, los pómulos planos y el mentón ancho que abrazaba con desdén a un muchacho de aspecto desagradable, parecía ser venerada por pétalos muy coloridos...Entre ellos, los de una orquídea...
Olga seguía temblando incontrolablemente, por lo que no pudo percatarse de nada, incluso de la tarjeta de bordes escarlata que en su fondo ostentaba los trazos dorados de la silueta de una mano y un extraño nombre: “Horgen Barriga, Cirujano”. El nerviosismo se incrementó en Olga, tanto que no sabía ni siquiera dónde sentarse, así que trataron el pago de pie e incómodos...Inmediatamente, cosa extraña, Horgen la llevó a la sala de operaciones, Olga no se opuso, le urgía operarse...
Ya desnuda y sedada, la modelo yacía sobre una álgida camilla, a manos del cirujano. Dicen que la operación duró más de medio día , yo creo que duró más, pues no debió ser muy fácil para Horgen, transformar a Olga, quien hacía diez años no tenía ese nombre, y humilló cuanto pudo a Horgen, quien tampoco se llamaba así, cuando jóvenes en la Universidad...
Dicen que entraron solos al quirófano... El cirujano trozó finamente su cuerpo, específicamente los músculos y el exceso de grasa, amplió y corvó su espalda y acortó sus piernas dándole la impresión de no tener rodillas... Aumentó vello en sus extirpados pechos, y le cosió al rostro una trompa, con un pedazo sobrante de carne... Parecía un elefante.
Le rebanó los pabellones de las orejas, le arrancó las cuerdas bucales y le pegó los dedos de la mano a sus propias palmas...
Le aumentó un hueso a cada brazo para que los pueda arrastrar y le puso una cola de cartílago que le extrajo de las orejas. Le hundió los ojos y le hizo un corte en medio de los labios, luego le sacó todos los dientes excepto los centrales superiores... Le cortó el cuero cabelludo y se lo cosió al estómago...Solo le dejo una pequeña cresta...
Al terminar, es decir, a la madrugada del día siguiente, salió Horgen a comprar una correa y un pequeño látigo ...
Al volver, el monstruo que creó, ya no estaba en la camilla...Horgen corrió a la pinacoteca, allí no estaba, corrió a su oficina, allí tampoco estaba...De pronto oyó unos gritos que venían de la calle trasera...Eran de la gente, que trataba de escapar de Olga, y de esta, que pedía un espejo... Al verla, Horgen se acercó a la escena con la correa en la mano, la ajustó al cuello deforme de Olga y dijo a la gente :-¡Este es un “Olgasnáparus Vanidus”, marsupial en peligro de extinción que me traje de los bosques australianos, le gusta el maní y la fruta... Pronto la gente se le acercó y la acarició tiernamente, mientras de los irreconocibles ojos de Olga brotaban amargas gotas grises...
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