El hombre que yo quiero acepta mis excentricidades, en todas sus glorias. Ni yo lo busco, ni él irrumpe en mi vida, nos encontramos.
El silencio no lo incomoda, ni los temas simples le aburren. Puede hablar de lo cotidiano y sentirlo único (así expresado), o de la teoría más complicada y aburrida, haciéndola interesante.
El hombre que yo quiero conoce la vida y la disfruta, aunque el mundo a su alrededor no quiera dejarlo. Respeta a los demás y hace valer sus opiniones.
El hombre que deseo, encuentra la manera de hacerme sentir única, bella, amada… con sus propias palabras, su estilo y su verdad. Tiene ojos penetrantes, que leen el alma a quién se la abre y profundos, que lo dicen todo.