"...Los dedos se deslizan,
ágiles, moviendo eternos hilos,
hilando a veces.
La madeja no acaba de desenrollarse nunca.
La tela que se forma es fantástica,
única, indescifrable.
El arte del telar no sabe de esto,
sólo lo intuye.
Los dedos no descansan, buscan,
tantean las formas de la locura,
y a veces, efímeramente,
la comprenden, pero continúan..."
Historia de Amor sin Diálogo
La conoció una tarde, lluviosa tarde de Agosto. Apenas serían las doce y media o la una en punto. Escuchó primero el ruido del agua, luego su voz, enfurecida, y unos cuantos insultos. Lo primero que vio de ella fue el puño alzado, luego un pantalón negro, empapado y su cabello negro y ondulado. Y sus ojos... hermosos ojos marrón claro, saliéndose de las órbitas de tanta furia.
Vio con ello el alma de ella. ¿Quién puede negar que la furia es la única emoción que obliga a que uno se muestre auténtico por estos días?
Vi a la mujer enfurecida. Luego le vi a ella. Agradezco a ese conductor de autobús por el regalo que, sin saber, me dio aquel día. Vi la furia de ella, vi la curiosidad de él... Vi que la oportunidad del amor no estaba perdida.
Ella, en su furia, no veía nada.
Él se dio la vuelta, y continuó la caminata a su casa. Sonrió recordando la escena. Ella, pensó, no es nada fea, pero no me gustaría que se enojara conmigo...
Cambió de curso su pensamiento, su novia lo esperaba para almorzar y estaba retrasado. Él odiaba llegar tarde, la impuntualidad es una falta de respeto, pensó. La lluvia iba a hacer que conseguir taxi fuera difícil... Y los autobuses podrían empaparte... Volvió a pensar en la chica, y se sintió raro, no solía sentir atracción por otras mujeres, su novia lo quería mucho, y él a ella. Prefirió arriesgarse al chapuzón y caminar por el boulevard y las plazas, llenar los pulmones con el aire húmedo y fresco, sintiendo el aroma de la tierra mojada.
Él, lo sé bien yo, es un romántico, aunque lo oculta tras una fachada de hostilidad y antipatía...
Con el correr del tiempo, su relación de pareja se deterioró, y ella lo dejó por otro, un día cualquiera. Algunas personas creen valer más de lo que valen, sé que ella lamenta a veces lo que dejó escapar... Sé que para él, hoy, es un alivio haberse librado de ella. No lo justifico: Sé lo que sufrió.
Estaba llegando tarde _¡Maldito Autobús! _ Y subía las escaleras corriendo a toda prisa. No lo vio. Al chocarlo sintió que golpeaba contra una pared. Él la sostuvo y le pidió perdón ¿Por qué? Ella lo miró desdeñosa con ojos enojados, no le contestó. En vez, corrió hacia el anfiteatro y murmuró_ estúpido _. (Yo lo oí). Me fijé en él, (Tenía el corazón aún dolido por la reciente ruptura) que no la había escuchado, _ menos mal _ pensé, _ con su carácter... _ Recordé de pronto a la jovencita esa... Era la furiosa mujer del puño en alto y la ropa empapada del año anterior... Él no la recordó, y debí acompañarlo a casa, sufría aún por la otra...
Él no la recordó, pero, ¿es eso importante? : Si se cree en el destino, lo que será, es inevitable. Si no se cree en el destino, un evento aislado no tiene importancia, sino lo que ocurra al final, lo que es exactamente igual que si existiera el destino. No me internaré en las sutilezas de causas y efectos, de decisiones, determinismos o teología.
Se volvieron a chocar, seis meses después, pero esta vez algo había cambiado. Él la miró como si fuera la primera vez. Su corazón se aceleró, lo que lo hizo sentirse ligeramente incómodo. Ella, en cambio, no le prestó la más mínima atención y continúo caminando. Algo de ella lo había impresionado, recordó aquel día de lluvia y reclamos. Supo que ya la conocía. Quizás pensó mucho más tiempo en ella que el que habitualmente se concedía para cualquier otra persona, inclusive él mismo...
La casualidad quiso que los meses sucesivos fueran pródigos en información acerca de ella. Supo su nombre, dulce nombre, y datos variados, amistades, gustos y preferencias, y algo acerca de su desordenado comportamiento social. Eso lo asustó pues descubrió que la presencia de esa pequeña mujer, de ligeros pies, lo inquietaba. Sé que se sentía a salvo, puesto que ella no entraba aún en sus sueños, pero sabía demasiado acerca de ella, sin habérselo propuesto. Como fuera, parte de su seguridad consistía en que no sabía qué le pasaba y por consiguiente no había abierto la boca.
Juro que se sintió débil cuando se dio cuenta de que su amiga sabía exactamente a quien se refería él cuando contó la historia del autobús y el puño. Más débil se sintió por la sonrisa y el brillo en los ojos de ella la siguiente vez que la vio, que le diagnosticaron lo que temía: Estaba enamorado de esa furia. Aunque su amiga usó otra palabra, la que marcaría sus sueños: Ciclotimia. Lo vi, los vi. Noté el miedo de él luego de ver confesado su secreto temeroso. Supe de los sueños que poblaron las noches sucesivas. Vi que la realidad era peor, la ciclotimia era real...
Ella era una flor, sonreía a todo el mundo, saludando siempre a todos, eternamente popular, contrastaba con la actitud de él, con su figura gris. ¿Quién podría imaginarlos juntos? Yo, desde luego...
Ella se enfurecía de a ratos, era extraño su humor. Sé que parte de la magia para él consistía en que amaba la torpeza de ella: No sólo se lo chocaba a él, encontronazos con mesas, sillas y tropezones por escaleras diversas eran parte común en la existencia de ella y su interacción con el universo conocido. A él esos choques le causaban ternura. No me pregunten el porqué, simplemente no lo sé.
La aparición frecuente de ella en sus sueños terminó por decidirlo a volcarla al papel.
Escribió de su amada: "...Flota, se mueve, existe ¡ Si sabré de ella! Pero es un curioso fantasma que choca todo lo que la rodea. La miro entre sombras y la veo, conozco cada mínimo rasgo de su rostro, cada porción de sus ojos claros. Ella es un fantasma curioso que me tiene frente a sí, indefenso, temeroso, tembloroso y sin embargo no me ve...".
Ella jamás pensó en él en todo ese tiempo ¿Para qué?, eran evidentemente muy distintos, preguntad sino a cualquiera que los conozca...
Él fue conociendo más y más sobre la mujer, su origen lo hizo sonreír. Provenía de una región a la que su corazón se empeñaba en adorar... Pensó que las mujeres de ese lugar tenían una cierta locura que lo enamoraba, un embrujo otoñal que lo debilitaba... Así se sentía él frente a ella, como si fuera una hoja de árbol seca, arrancada por el viento del otoño, pero fue prudente y se esforzó por evitar que se notase...
Intentó aproximarse a ella, hacerse conocer, pero todo fue inútil...
Existía en los ojos de su niña, un brillo de desconfianza (¿Quizás un sexto sentido?).
Pronto él comprendió que nada de lo que intentara para acercarse funcionaría. Si hasta fue a su casa en visita informal (acompañado de una amiga, la que sabía todo), lo que fue motivo de risas y admiración (quizás su amiga disfrutara la confirmación de que él era al fin y al cabo, a pesar de todas esas peculiaridades, un ser humano común.). Fue atendido bien por ella y hasta conversaron con más que monosílabos. A él le extraño desde la primera vez que intento hablarle, que ella sólo contestara a sus coloquios con monosílabos, no supo nunca si se debía a temor, desagrado o timidez. (Ella es, ¡Por Dios!, cualquier cosa, salvo tímida).
La fama de ogro de él no lo ayudaba en eso, entiéndanme, él era siempre parco y pocas sonrisas se le escapaban en sociedad. Eso hacía muy fácil el prejuicio, y nadie nunca rectifica sus errores. Escogió entonces la fachada del solitario, que ahora, en esta situación, se probaba su peor enemiga. Aún así, ganó algo al menos con su visita: Que ella le saludara al verlo. Esto se le hizo poco, empezó a sentir que tenía que hacerse notar más contundentemente. Se decidió a hacerse cargo de sus sentimientos quizás muy tarde: Antes, a ella le golpeó la puerta la mano de Tánatos, donde más duele, en la familia...
Sé que él es alguien noble, conozco bien de las cuentas que tiene con la vida, sé de sus sacrificios. Lo vi una noche con insomnio, callado, recordando su pasado, todas sus carencias, recordó una mano inesperada que le fue tendida por un desconocido, tenía una deuda y la pagaría...
Tocó el timbre, atendió ella, pálida, frágil y triste. Él se ofreció a ayudarle con cualquier cosa que necesitaran ella o su familia, en cualquier momento. Desde el alma, con el corazón, sin desear nada a cambio. Conoce un nuevo brillo en los ojos de ella, por primera vez la ve tan frágil, y quisiera ponerla a salvo del dolor, piensa que la ama mientras está frente a sus ojos. Conoce asimismo el orgullo de ella, que le contesta con monosílabos. Sabe cuál será el resultado, ella se alejará de él aún más, desconfiada. Pero el no puede ir contra su naturaleza, acaba de renunciar al amor de ella para siempre, acaba de ofrecerle Amistad y no espera que ella lo entienda del todo...
Sé que le escribe unas palabras, pocas o muchas lo mismo da, sé que nunca va a llegar frente a los ojos de ella, pero estoy dispuesto a que eso cambie...
Busco en el cajón de sus escritos hasta encontrarlo...
"...Te vi de mañana, pálida, temblabas. Tus ojos preciosos estaban llorosos. Te ofrecí mi ayuda. Desconfiabas (es lógico), de mí. Soy MISTERIO, y eso a veces asusta. Te juro que nunca abrigó doble intención la mano que te tendí, que confieso, tenía guante, pero más para tu protección que para la mía... No quise causarte incomodidad, pero ése es el precio que siempre pago, por ser quien soy. Rodeado de gente, también me siento solo.
Estoy convencido de que de ahora en más vas a evitarme, ahorrándote el mal recuerdo que motivó mi visita. Sí, es seguro que sea así; pero la ingratitud no me asusta, más porque no es verdadera ingratitud si es como lo pienso, es aún así el precio que estoy acostumbrado y obligado a pagar por creer en lo que creo...
Estabas frágil, triste y más cerca de mí de lo que jamás volverás a estar, no preguntes cómo lo sé, estoy al fin y al cabo contento por haber actuado por una vez de la manera correcta; Por haber pagado el precio de serme fiel a mí mismo y a mis creencias. Vas a superarlo. Esta tormenta que barrió tu mundo anterior te va a hacer más fuerte, con seguridad. Me llevo conmigo el aroma de tu perfume, nunca te olvidaré. Aunque fuera de tu vida estoy, te deseo suerte... ".
No debí meterme a revisar su conciencia, ahora deseo con mi alma y mi corazón no haber metido mis dedos en esta tela, ruego que algún día ella entienda, que él, a quién nunca notó siquiera, renunció a ella, sacrificó algo que tiene como base imprescindible, eso mismo que ofreció sin dudar, sin pedir nada a cambio, la Amistad. Ahora que yo lo sé parece tan obvio... Pero ninguno de ellos dos lo entiende.
El tiempo sigue, no se detiene para ninguno de ellos dos, no sé dónde terminará...
¿Existe el destino?...
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