Llevo poco tiempo en el mundo de los scons. Me confieso un recién llegado, un desconocedor de la materia. Como diría Drexler, “antes” del Hotel New York nada era lo mismo, yo no era el mismo. Aun a riesgo de parecer repetitivo, hay lugares de los que uno se enamora y a los que quiere volver siempre. No tiene explicación, pero es así. En cualquier caso, ahora es momento de hacer una presentación amable de los scons para que si algún día tienes la oportunidad , te dejes llevar por la experiencia. La mía es breve pero intensa. Como ya he dicho, los scons son amables, amables y simpáticos. La propia palabra confiere felicidad a quien la pronuncia. Haz la prueba ; mientras lees estas líneas di en alto : scon. El efecto es casi inmediato, serás un poco más feliz. Si estás a solas, puedes incluso gritarlo (se requiere el mismo convencimiento con el que alguien clama al aire un amor) y si estás en compañía siempre puedes dejar caer la palabra en una pregunta, como quien no quiere la cosa : “Mi cielo, ¿sabes qué son los scons?” y a partir de ese momento la dicha compartida estará asegurada.
La historia de los scons, para quien no la conozca, se puede contar como un pequeño cuento, en realidad importa poco el resto, los ingredientes o la procedencia (parece ser que inglesa). Lo que cuenta de los scons es el ritual de compartirlos. Esa es la primera regla: jamás comas scons a solas. Tampoco vale cualquier manera de empezar. Mi primera vez fue deliciosa (en el sentido más amplio de la palabra). El escenario , una típica casa del centro de Amsterdam en compañía de unos amigos, los culpables (mil veces gracias) de mi amor por el New York , alguno de los cafés de la ciudad y las bicicletas. Es el mejor de los comienzos ; tomar mate en la cocina mientras Juan prende la pavita y Susana prepara la masa. La cosa se crece si la conversación acompaña, ya sabes; viajes, libros, museos y la vida. Buenos temas para arrancar. Luego preparas nata montada y te sientas a la mesa a seguir mateando. Tomas un scon, lo abres en dos mitades y te sirves tanta nata y mermelada casera como gustes. Música recomendada : Spinetta.
La otra “mejor opción” es pedir un “High Tea” en el hotel New York. Entre las tres y las seis de la tarde, también aquí es de obligado cumplimiento no acudir solo , entre otras cosas, para poder disfrutar de la cara de sorpresa de tu acompañante cuando traigan el té , los emparedados y la torre de tres pisos llena de dulces y chocolates. Normalmente los scons ocuparán la primera bandeja junto a la crema y la confitura. Tómate todo el tiempo del mundo, contempla los barcos transitar por la bahía y escribe algo bonito en una servilleta , algo para ella. Música recomendada : Stravinsky (al fin y al cabo un scon es un poco cronopio) . Vuelve a pronunciar en voz alta la palabra mágica, a partir de ese momento sucederán varias cosas ; tú serás indiscutiblemente más feliz, ese tipo con aspecto de gángster te mirará extrañado y finalmente, la camarera resolverá que has pedido ración extra. No importa. Tienes toda la tarde y barquitos suficientes que mirar. |