Se han separado nuestras vidas para unirse
en la soledad de un café caro del que bebemos los dos
tan alejados, en una mesa tan pequeña
en día de pagos, sin un pastelillo que nos endulce los labios
del sabor amargo del tiempo que nos avisa “ya es hora de ir a casa”
Sin habernos acomodado correctamente en nuestras sillas
Sin la idea más pulgar de rozar nuestras rodillas por debajo
Sin el humo del cigarro elevarse entre los dos para siquiera mirarnos
El rostro triste y apurado, cansado de todo y de nada
sin planes de caminar hasta que anochezca
o al menos hasta que alguien nos asalte
y nos empuje contra la pared
y nos haga juntar de hombros sin darnos cuenta...Otra vez.

...Sin planes de andar simplemente por una acera que se está desmoronando
con la lluvia que no se ha molestado en mojarnos
porque somos impermeables a tanta belleza;
el beso, el abrazo, el día, la noche, un miramiento quizá
que nos lleva a ninguna parte
Sin poder llegar siquiera a doblar una esquina
Donde el correr de una rata nos haga saltar de repulsión
o la hez de un perro desvíe nuestro camino devuelta al café
que dejamos sin terminar...

...Nuestras vidas se han fraccionado
en un negocio particular que nos reúne en una sala de cine
cada mes, para espectar un drama a medio terminar
porque la historia ya es conocida o la actuación no es real
sin reparar en las butacas vacías que nos rodean, en la oscuridad...
Sin desabridas pretensiones de rozarnos la ropa
Con un tosco movimiento al rascarnos un pierna
o al acomodar nuestro cabello,
sin ver con el rabillo del ojo un gesto raro, un bostezo sugerente
sin vernos el perfil adormitado que se inclina hacia atrás
y por más que se ilumina no sonríe...