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Alguien como vos
Faltaban cinco minutos para que llegara. Estaba seguro que ella me gustaría. Pero esa seguridad se desvaneció poco a poco al recordar las palabras de Clara. Decía que mi soledad se debía única y exclusivamente a mis afanes de perfección. Hasta llegó a afirmar que yo odiaba a las mujeres. Qué equivocada estaba. Si lo que más me gustaba en este mundo era justo eso. Las mujeres. Aunque debía darle la razón en algunas cosas. No me gustaba cualquier mujer. Pero tampoco quería alguien perfecto ni un animal hermoso como algunas modelos o actrices de cine, me conformaba con alguien normal, como Clara por ejemplo. Pero desde que ingresó en la facultad de Sicología estaba insoportable. Se pasaba analizando todo lo que le decía. Nos confiábamos nuestros sueños desde la infancia y me daba consejos para vencer mi timidez. Ella tampoco tenía novio y los que tuvo no valían nada. Se lo decía cuando me contaba sus cosas pero no me hacía caso y después del fracaso correspondiente reconocía mis razones y terminaba con un ”No se hable más del asunto” y pasaba a otro tema. Yo había usado el chat y el teléfono para conocer chicas porque me desempañaba mejor por escrito y podía disimular mi torpeza ante personas desconocidas pero cuando llegaba el momento del encuentro por alguna extraña razón todo se echaba a perder. Decían algo o no eran como me las había imaginado y todas las expectativas que me había creado se iban al mazo.
Melany, ( ni siquiera sabía si era su verdadero nombre) vendría de un momento a otro y me juré que fuera como fuera o dijera lo que dijera le daría una oportunidad para conocernos.
Esta era mi enésima cita a ciegas. Me pregunté por qué no llegué a un encuentro con ninguna de las demás.
Perla fue la primera. Había dicho que era rubia, de ojos azules y estatura normal, y sí, la verdad que rubia era, al menos las puntas de su cabellera eran de ese color. Se olvidó de mencionar que era teñida. Y mal teñida., manchas anaranjadas jugaban entre sus mechas no por un capricho de algún estilista sino por alguien que no tenía idea de cómo se hace un teñido. Me recordaba a un payaso. Creo que eso fue lo que me desilusionó de ella, y digan lo que digan, la primera impresión es muy difícil de borrar. Las largas raíces negras me hacían recordar los colores de mi club de fútbol. Su concepto de estatura normal no era igual al mío. Al menos para mí, una mujer con un metro cuarenta y cinco centímetros de estatura, es una petisa. El resultado fue un fracaso total. Ella también parecía tímida y las pocas palabras que pronunció no revelaban mucho ingenio, pero en tan poco tiempo no se puede asegurar nada. Lo único seguro fue que no me gustó.
Annabella fue la segunda. Era muy tierna en el chat, con palabras románticas y precisas. Fue mi segundo fracaso. Dijo que era levemente robusta, fue muy magnánima con ella misma, porque alguien que pesa más de cien kilos para mí es una obesa.
Delia no se equivocó al describirse. Era bonita, de buen físico y linda sonrisa. Pensé que al fin había encontrado a la chica que lograría una segunda cita. Pero después de una hora de hablar y hablar de todos sus anteriores amigos, que por casualidad habían sido altos y hermosos, me despedí alegando que debía ir a visitar a mi madre enferma y las consabidas palabras de” te voy a llamar”, cosa que desde luego jamás hice.
¿Y Vanina? Estaba muy entusiasmado con ella. Hablaba de sexo con mucho desparpajo y me entusiasmaba todo lo que decía. En la fotografía parecía bonita.
Cuando nos encontramos ella se emocionó mucho, yo también, pero cuando me dijo que sólo tenía una hora y que fuéramos ¡ya! a tener sexo me enfrié al momento.
Clara, como siempre no aceptaba mis explicaciones y se empecinaba en que yo a todas les vería un defecto.
-No, no es verdad, quiero una chica común, alguien standart, como vos.
-Gracias.
-No lo tomés así, lo que quiero es una chica común.
-Mejor te callás, Nito, porque cada vez que abrís la boca ganás el record en decir pavadas.
-No son pavadas. Quiero alguien que no sea alta pero tampoco una enana, que no sea una modelo pero tampoco una ballena, que le guste el sexo pero tampoco una ninfomaníaca. ¿Viste? Alguien como vos.
Ivonne parecía que iba a ser la elegida.
Era mayor que yo, simpática y muy misteriosa.
Pero también fue un fracaso. Se había “olvidado” de decirme que tenía tres hijos, cuyas edades oscilaban entre cuatro y seis años. No me veía cuidando a niños, menos ajenos. Además, me aburrió hablando del ex y lo injusto que fue con ella.
Clara me miró con incredulidad y dijo:
-Otra vez lo echaste a perder. Qué necesita una mujer para que le veas algo positivo?
-Pero Clara, no quiero nada raro, alguien normal, soltera, sin hijos. Alguien como vos
Se despidió diciendo que quizás yo tuviese impulsos reprimidos en mi subconsciente y que eso me hacía rechazar a todas.
Tiempo después, le hablé de mi nueva amiga. Le mostré su foto en la pantalla. Dijo que era bonita y de lindo cuerpo.
Cambió de tema y habló sobre los exámenes y lo contenta que estaba con sus notas.
Cuando se despidió dijo con una sonrisa que no dejara de contarme como iba el nuevo romance.
Y ahí estaba ahora yo, esperando a Melany.
La puerta de vidrio se abrió y la reconocí. Estaba igual a la foto que me había
enviado por internet. Hermosos ojos, estatura mediana, labios carnosos.
Sin embargo cuando me encontré con Clara, preguntó:
-¿Qué pasó esta vez?
-Fuimos a comer. Me encantó que pidiera cosas light, ya sabes, alguien que cuida su silueta.
-Sí, pero qué pasó?
-Comía con tanta delicadeza, con tan buenos modales, se notaba que era una chica fina y seria.
-Pero...
-Todo fue bien hasta que sonrió. La lechuga que había comido se le quedó sobre dos dientes. Y un poco más atrás le faltaba uno.
-Pero... ¿Qué es lo que querés? Una sonrisa despampanante, como las publicidades de Colgate?
-No, claro que no, me conformo con alguien con una sonrisa como vos, nada del otro mundo.
Ella me miró con ojos tolerantes, me invitó a tomar té en su departamento y me consoló diciendo que ya llegaría la mujer de mis sueños. Me pareció notar un cierto dejo irónico en sus palabras pero la miré a los ojos y no estuve seguro.
Me sorprendió que no me regañara como otras veces. En vez de eso me contó sobre la monografía que había hecho sobre Freud, las notas excelentes que había obtenido con el tema de “Los complejos” y la última receta que había copiado de internet para hacer bollos a la crema y que quería saber mi opinión sobre ellos.
Eran riquísimos y cuando se lo iba a decir, sonó el timbre.
Ella fue a abrir y volvió con un ramo de rosas. Mientras fue a traer un jarrón tomé la tarjetita y leí algo de “Para la chica más hermosa de la Facultad, con admiración: Sigmund”. Apenas tuve tiempo de dejar todo en su lugar antes que ella volviera con su sonrisa amplia y me preguntara:
-¿Te gustan?
-Sí, son flores muy bonitas- respondí con poco entusiasmo.
-Pavote. Te pregunté por los bollos.
Y rió con una carcajada que me encantó.

Mamá estaba tan emocionada que se echó a llorar antes que pusiera un pie en la iglesia. Nito lucía muy apuesto con su traje negro. Mi papá había dicho que siempre supo que alguna vez nos casaríamos.
Yo también sabía eso, sólo que en vez de confiar en mis estudios de Sicología para conquistarlo, me había olvidado de algo muy simple para lograrlo: ser simplemente una mujer. Así que el dinero gastado en el ramo de rosas rojas que me envié en vez de comprarme la minifalda nueva me dio buen resultado y cuando repitió su cantinela de “Clara, yo quiero a alguien como vos” sólo reí, lo miré a los ojos y lo besé.

Texto agregado el 04-02-2005, y leído por 722 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
14-05-2008 ala que dulce... me siento como la Clarita, creeme, a ver si me aguanta la casaca o se va con una de tantas al final... a ver que pasqa. ***** ilov
10-04-2008 v es de victoria b es de bonito.. durmientes
10-04-2008 Doctora:muy vonito. Cuanto talento!! durmientes
04-04-2008 doctora felicitaciones me encanta su manera de narrar y la profundidad que le pone a sus letras...Un gusto haberle encontrado...Saludos tanabata
17-03-2008 Excelente fin del cuento hasta me da idea de conquista. Todo en uno. Hubeca
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