Dedos de Carbón
Deseo tener dedos de carbón,
para escribir sobre las paredes,
cuando las musas me atormentan,
de día o de noche
nunca me dejan en paz...
me buscan,
seducen,
acorralan,
enloquecen,
saben que deben partir mi sien,
con granitos de pólvora creadora
y encontrarme en cada átomo,
de la incorruptible idea.
Dedos de carbón,
para atrapar las musas insolentes,
que me doblegan,
y me hacen:
crear
inflar
soplar,
silbar,
vomitar,
babear
estampar
el grito de la poesía,
¡ay criaturas indomables!,
es la mente la infinita,
sólo mis lápices,
¡nunca están donde deben!
¿Y entonces?
¿Me darás Dios dedos de carbón?
Para despertar de noche,
y escribir en mis sábanas,
los pliegues de mi piel,
semáforos rojos,
boletas de tiendas,
pasajes de buses,
servilletas de burdel,
el asiento de un auto,
la tarjeta de red
la ventana cargada de rocío,
la pared del baño,
cajetillas de cigarros,
en cada especie de hoja,
en algún miserable papel,
que algún día fue;
semilla,
planta,
árbol,
astilla,
celulosa,
oro verde.
¡Ea! Dios …
¿y mis dedos de carbón?
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