Mirando estaba yo, el ángel-espantapájaros, cuando me dieron ganas de besarte toda, pero me dije sin más que no lo merecías, que eras abominable y rastrera como las notas de tu llanto cuando tarde cuenta te habías dado de que me faltabas y te hacías daño sin mis besos antes prohibidos, el antisentido de las cosas que no es otra cosa que el reflejo inverso y bizarro de lo que al disociar nuestras mentes y nuestros cuerpos, queda.
Como cuando deseaba tocarte y luego te odiaba a mi modo por estar tan humanamente deliciosa, mientras pensaba en alguien más, en Etka, en Sadja, en mis creaciones verdaderas y sin sentido del tiempo, me acompañaban como lo harán hasta después de que no trascienda.
Ahora no estás a mi lado y se me antoja tu pecho como antes, acaso ya me sacié de extrañarlo a él, acaso me vuelvan esta noche las ganas, pero no lo sé, estoy sudando en el antisentido de lo que tu novio pensará cuando sepa que conmigo aprendiste a hacer el amor, no sólo una vez (y vaya forma...), en el sin sentido que tiene ahora todo esto de cabeza, mientras alguien me espera y te aguarda en casa el matrimonio que no sé si sigas dispuesta a fraguar, después de lo nuestro.
Ese es el antisentido que le veo a las cosas cuando no vuelvas siendo la misma virginal que se marchó, sabiendo a mi -distinta-, siendo carnalmente más mía que de él... Ahora que me dices nos vayamos, me iré nuevamente contigo y trataré de no llorar cuando te vayas sola y no pueda alcanzarte, porque saldrás primero y te quiero tanto ya, como para casarme contigo y aún así detener mis planes de vida, en este sinsentido de lo que no sé haré sin ti. Espero algún día lo entiendas, porque yo no lo he logrado.
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