Para mi el dolor no se inicia de ninguna manera ni se termina, solamente está predestinado a hacerse más visible en determinadas instancias de la vida. La locura por ejemplo es lo que me satisface la vida cada día y cada segundo pero al ser lo intervalos cortos hago que sea posible sobrevivir con ella, un día los lapsos serán más profundos, por eso mi deseo de conocimiento para adaptarme a mi estado material mejor. La locura es un dolor que se acrecienta con cosas que manejamos en la mente y hacemos que se coloreen y decoloren según la dinámica fuera de la cabeza (acciones de la vida común). Se conoce el dolor, como conocer a alguien de toda la vida hace que el miedo se presente como los relámpago y la luz primero el dolor como la luz y después el miedo más tarde como el ruido del relámpago que nos deja sordos, solo para escuchar música en una habitación en la soledad absoluta pretendida por la paz a pesar de que las risas afuera en la calle te seducen a salir y a matarlas una a una, pero no, la verdad de las intenciones es que el ego ha pagado por mi alma y quiere que sea feliz. El dolor que alguna vez sentí se transforma en diferentes, cambia de estaciones y de época. El amor, cuantas veces se tiene que repetir para que sea real, mil veces? Dos? Trece mil?, a lo mejor que la imaginación de la pureza medieval transmitida por las escrituras no enriqueció nuestro vocabulario con otros sinónimos para describir los niveles de dolor que se desprenden del ahogo dentro de sus significados, delgados, anchos y de arriba y de abajo, se imagina la clase de cosas que obligan al suicidio.
La sangre dibuja el dolor físico, comienza a pudrirse y los resultados son diversos, ahora si pienso en la putrefacción de la carne vista desde afuera solo me queda pensar en las lágrimas escuchadas por el suicida, sin que pueda evaluar el nuevo dolor que comienza a sentir.